martes, 22 de octubre de 2013

HongBin - Capítulo 3

Parpadeé, sintiendo los ojos secos. Cogí la taza y me la llevé a los labios, contrayendo el rostro cuando el sabor amargo del café me arrasó la garganta. Nunca había sido muy partidaria de las bebidas psicoactivas alcaloides, pero con lo que estaba haciendo, debía estar despierta. Hacía unos veinte minutos había terminado con el último libro que contenía información para uno de mis trabajos. Después, cuando estaba a punto de cerrar el ordenador, el llamador tintineó sobre mi pecho y recordé que debía buscar cualquier cosa relacionada con aquél genio.

Y casi media hora más tarde, me encontraba en mi escritorio con una taza de café ya frío y los ojos pegados a la pantalla luminosa. Mis padres hacía un par de horas que dormían.
Todas las definiciones de genios eran las mismas: Seres mitológicos que viven en los planos elementales de aire, fuego, tierra y agua, creados junto a los ángeles, que se negaron a inclinarse ante los humanos...

“En realidad...”, pensé, “entiendo por qué me tiene tanto odio. Pero no. Si lo obligaron a rendir respeto a los hombres, yo no tengo ninguna culpa.”

Nada de lo que buscaba servía para nada. Entonces me asaltó un pensamiento diferente. ¿Y si no debía buscar lo que era un genio?

-Clases de genios –susurré mientras tecleaba en Google. Me salieron mas referencias a ello de lo que esperaba. Tras algunas páginas en las que solo daban una serie de nombres, encontré las definiciones.

“Djinn, el genio del plano elemental del aire.

Su agilidad en el vuelo les hace ser casi incapturables. Son de carácter amigable, aunque pueden llegar a ser bastante despectivos con los seres que, a diferencia de ellos, necesitan alas para volar.
Los Djinn nobles son un tipo de genios que conceden 3 deseos y, una vez concedidos, quedan libres de servir a su invocador.”

-Podría ser él... –dije y seguí mirando definiciones.

“Efreet, los genios del plano elemental de fuego y están hechos de basalto, bronce y llamas...”

No había demostrado signos de poseer ninguna habilidad pirotécnica por el momento. El tercer genio no tenía nada en común con HongBin, por lo que pasé de los Dao a los últimos. Y cuando leí me quedé bastante convencida.

Marid, son los genios del plano elemental del agua, y son también los genios más poderosos que existen. Son seres muy soberbios, egoístas e individualistas. Es muy difícil que un Marid acate órdenes, por lo que estos genios no suelen ser invocados para servir. Pueden comunicarse con cualquier ente o criatura de cualquier plano mediante telepatía.
Su control sobre el elemento agua...”

Lo de la telepatía y su exceso de egocentrismo me hacía cuestionarme la primera teoría. Además, había demostrado ser más poderoso de lo que había creído en un primer momento.

-Curiosas definiciones –dijo una voz a mi oído. Tragué el aire de golpe y salté sobre mi silla. Se me hizo un nudo en la garganta por el miedo momentáneo y me calmé al ver que era HongBin.

-¡¿Tú no te habías ido?! –le grité, sin saber que otra cosa decirle. Me costó volver a mi ritmo cardíaco inicial, pero mientras el genio explotaba a carcajadas lo conseguí. Lo miré mal y sacudió las manos en el aire.

-Oh vamos, ha sido una broma...

-Pues no ha tenido ninguna gracia. Y no has contestado a mi pregunta.

HongBin resopló, volviendo a su seriedad inicial. Se cruzó de brazos y se estiró en mi cama. Reprimí el impulso de golpearlo por ser tan atrevido.

-¡Oye…!

-Tienes mi colgante –me cortó, con la vista pegada en el techo-. Por mucho que quiera, no puedo alejarme a más de una distancia. Y para quedarme en la calle prefiero estar aquí.

-Eres como un vagabundo –no fue una pregunta. HongBin dio un breve asentimiento con la cabeza y se puso de lado mirando hacia mí.

-Ahora supongo que no.

Parecía aliviado, como si hubiera estado solo por mucho tiempo. No lo juzgué por ello, incluso lo compadecí un poco. La soledad era un sentimiento muy cruel.

Me levanté, dirigiéndome a la puerta. El chico se incorporó.

-¿A dónde vas? –su voz reflejaba ansiedad. ¿Por qué?

-Tengo hambre –le dije-. Voy a por algo de comer en la cocina.

HongBin soltó el aire y se tendió de nuevo.

Cerré tras de mí y de puntillas atravesé el corredor. A media escalera, una puerta se abrió y mi madre, con el pelo despeinado y los ojos entrecerrados salió.

-¿Se puede saber qué es todo ese ruido? ¿Quién hay en tu habitación? –inquirió y yo tragué saliva. Tras unos segundos en responder, pensando en alguna excusa lógica.

-E-es Ken –tartamudeé-. Pregunta si se puede venir a dormir la semana que viene, y yo le he dicho que ahora no podía proponérselo a mis padres. Luego ha empezado a chillar cosas de que ha aprobado el examen de mates y yo también y…

-De acuerdo, de acuerdo –interrumpió ella-. Pero baja el tono, que se te oye mucho. Vete a dormir que son las dos de la mañana. ¡Y no me importa que sea sábado!

-Por supuesto. Ya he acabado de hablar con él. Voy a comer algo y me voy a la cama. Buenas noches mamá.

-Que descanses, pequeña –una vez mi madre hubo desaparecido, seguí bajando y jadeé. Encendí la luz de la cocina, rebusqué una magdalena del armario y me serví un baso de zumo de naranja. Masqué lentamente, con la vista desenfocada en algún punto de la estancia. ¿Cómo había llegado a esto? Estaba escondiendo una persona -bueno, algo que se le parecía- en mi habitación, como si fuera un criminal y un fugitivo. Y todo eso en menos de 24 horas.

Cuanto más lo pensaba, mis pensamientos iban siendo más extraños. ¿Y si todo es mi imaginación? ¿Y si había sido drogada por ese tipo, y creía que lo que veía era real? Descarté eso último. Alguien que hubiera sido drogado no estaría en la cocina bebiendo zumo de naranja con un trozo de pan del día anterior y razonando seriamente.

Apuré los últimos sorbos y deshice el camino hasta arriba con firmeza. Debía obtener más respuestas de su boca. Abrí la puerta, pero callé cualquier cosa que fuera a decir.

-HongBin… -murmuré, dirigiéndome al chico de los ojos cerrados. Tenía el cuerpo encogido en posición fetal, con las manos cerca de la cabeza. Los labios de este se abrían y cerraban en soplos relajados. Se había quitado los zapatos, pero no los veía por ningún lado.

Estaba completamente dormido.

Me acerqué unos pasos más, procurando no hacer ruido y me incliné. ¿Así que los genios podían dormir? Pensaba que con ese aire sobrenatural que destilaba, dormir era la menor de sus preocupaciones. Pero viéndolo ahora tan indefenso, tan… humano… Se me hacía difícil pensar que tenía delante a un “semi-dios”.

Lentamente se fue girando hasta quedar boca arriba y soltó un hondo suspiro de relajación. Sin pensarlo, fui a buscar una manta al armario y la estiré encima de él. Mientras escuchaba el tic-tac amortiguado de mi reloj de muñeca, una punzada de cariño me invadió el pecho y sacudí la cabeza abrumada por el sentimiento.


-Y ahora… -susurré, en voz baja-. ¿Dónde duermo yo?

martes, 8 de octubre de 2013

Capítulo 5

-Taek Woon está raro.

El pequeño Hyuk llevaba dándole vueltas a eso mientras se secaba las manos en la cocina de la compañía. Era más de media tarde y algunos de los chicos habían aprovechado para merendar algo entre prácticas. Los otros, tenían asuntos que atender con sus familias.

- ¿Más de lo habitual, quieres decir? –se burló Ravi. Hong Bin puso los ojos en blanco y cerró la revista que leía, dejándola en la mesa del comedor. Colocó una pierna encima de la otra y se cruzó de brazos, serio.

- Yo también lo he notado –musitó el visual, haciendo que la mala cara que procesaba el maknae al rapero se disipara y se centrara en él-. Leo se pasa horas encerrado en el estudio de música sin decir ni “mu”.

- Eso no es novedad –Ken se encogió de hombros. No lo dijo con una mala intención. Simplemente, su naturaleza optimista se imponía a su posibilidad de observar las cosas ajenas.

Se instauró un silencio incómodo. Hyuk se sentó en la mesa con un yogur desnatado en una mano y una cucharita en al otra.

- ¿Vas a comer solo eso? –preguntó Ravi.

- Tengo una ligera idea de por qué se comporta así –habló Hyuk, haciendo caso omiso del mayor. Destapó el yogur bruscamente y metió la cucharita. Hong Bin lo miró con una advertencia antes de hablar.

- Ni se te ocurra decir una tontería.

- ¿Tontería? Que Leo muestre especial interés en…

- ¡Que te calles! –gritó el visual, levantándose y haciendo que los demás saltaran hacia atrás, confusos.

- ¡¿Pe-pero qué…?! –tartamudeó Ravi.

- ¿Qué mosca te ha picado, tío? –inquirió Ken. El vocal había tropezado con sus pies y se encontraba en el suelo semiestirado.

- Nadie, repito nadie muestra interés por nadie. Ni siquiera lo insinuéis –la voz de Hong Bin era mas fría de lo usual y se volvió a sentar. Nadie dijo nada. Sabían exactamente por qué su amigo había reaccionado de aquella manera. Un “interés”, aunque fuera inocente, por alguien podría transformarse en escándalo. Y un escándalo en un grupo semi-rockie que empezaba a ganar fama sería la perdición.

- Finjamos que ésta conversación no ha tenido lugar –decidió Ravi, momentos después. Ninguno se opuso, ni siquiera Hyuk, que comía su yogur con desgana, resignado. No hubo momento para más incomodidades, pues en ese instante N apareció con una inusual sonrisa y bolsas cerradas en las manos. La puerta cerró tras él con un sonido seco.

-¿A qué vienen esas caras tan largas? Y yo que os traía cosas buenas…

-¿En serio? ¿A veces te da por hacer buenas acciones para con nosotros o qué? –dijo Ken, acercándose. N entrecerró los ojos y le sacudió un bolsazo en la cadera. El vocal gimió y se apartó a un lado, maldiciendo. El líder volvió a su actitud inicial.

-Como iba diciendo… -colocó las bolsas en la mesa y las abrió-. Helados de chocolate, brownies, madalenas… nos irá bien para reponer azucares.

-¡Adiós a mi dieta…! –exclamó Ken, de improviso. Todos lo miraron, con extrañeza.

-¿Estabas haciendo una? –se extrañó Ravi. El otro se encogió de hombros y sacudió la cabeza.

-No, pero sonaba bien. Las mujeres lo dicen mucho por la tele en éstas situaciones…

-Jae Hwan, no eres mas tonto por que no te entrenas –le espetó el rapero.

Rompieron a reír escandalosamente, suavizando el ambiente.

-A propósito –habló Hong Bin cuando cesaron las carcajadas-. ¿Y Leo?

N se giró y puso cara de sorpresa.

-Te prometo que estaba detrás de mí. Solo llevaba una bolsa… A lo mejor va a comerse el interior en otro sitio, no es la primera vez –el líder le restó importancia y se alarmó-. ¡Hey no! ¡El regaliz rosa es mío! Quita tus zarpas de él, Hyuk.

-Que poca consideración con tu maknae… -dramatizó el menor.

***

-¿Te encuentras bien? –preguntó Leo. Su cara seguía inmutable, pero en sus ojos había un destello de preocupación que la voz transmitía con una suavidad embriagadora. Me rodeé el tobillo con las manos, avergonzada. Me odiaba a mi misma por haberme fallado el pie derecho en las prácticas. Siempre me pasaba en el mismo punto de la canción. Pero siempre que caía lo hacía sola y sin público delante del gran espejo, que me recordaba lo patética que era.

En aquel momento, cuando mi cuerpo me la jugó otra vez, había notado con horror, como unos brazos fuertes pasaban por debajo de mis hombros, alzándome casi en suspensión en el aire y me habían transportado hasta una silla. Leo había pasado los últimos cinco minutos observándome con atención, como si me pudiera haber roto algo y estuviera esperando a que estallara en llanto.

-Estoy bien –intenté sonar convincente, por que era la verdad. Pese a sentir una ligera molestia, lo atribuí a haberlo forzado demasiado-. ¿Qué haces aquí? Digo… no es que me importe que estés, solo es que me sorprende –añadí, para justificar mi pregunta anterior.

Leo se giró en la silla y recogió una bolsa del suelo. La abrió y me tendió un envoltorio de un bollito relleno de chocolate.

-¿Para mí? –la pregunta sonaba algo tonta, pero no podía caber en mi asombro. Mi estómago resonó, recordándome que no había comido desde la mañana.

-Hmm… -Leo asintió apenas murmurando algo con los ojos bajos y me acercó mas el bollito. Lo abrí, dándole una dentellada como si fuera la primera vez que probaba bocado en varios días. Me arrepentí de mi glotonería y cuando logré que la mitad pasara por mi garganta le dije:

-Gracias.

El chico volvió a asentir sacando dos bollitos más, dejándome uno en el regazo e ingiriendo el otro. Ambos masticamos en silencio, sin hablar. Cuando terminamos tendió la mano en horizontal para que le diera los envoltorios y los metió en la bolsa.

-Gracias… de nuevo –dije, y mi propia voz me sonó mas alta de lo que pretendía. Por tercera vez, el vocalista agitó la cabeza a modo de contestación. De pronto se centró en algo debajo de mí y entrecerró los ojos.

-¿Qué es eso? –inquirió. Seguí su mirada hasta mi tobillo descubierto y reprimí un suspiro triste. En vez de ocultarlo, encogí la pierna y remangué el borde del chándal hasta la mitad de la pantorrilla. Una fina línea blanquecina atravesaba mi piel desde el tobillo hasta el lugar exacto donde había levantado el pantalón.

-Fractura abierta –expliqué. Me pareció ver como Leo se estremecía por completo y apartaba la vista rápidamente. Sonreí sin saber qué decir o hacer.

  "Jugaba en la escuela con una pelota. Una chica colocó el pie en el lugar equivocado y en el momento justo en que dirigía el balón" –en realidad, había sigo mucho mas que eso, pero no estaba dispuesta a decírselo.

Leo me aguantó la mirada, impasible y yo luché contra la tentación de enfocarme en alguna otra cosa de la sala.

-Quizás por eso no puedes hacer el paso de baile –señaló él. Aquello me sentó como una jarra de agua fría. Tragué saliva y apreté los dientes.

-No. No puede ser por eso –me negué siquiera a pensarlo. Me levanté-. Si me disculpas, tengo una coreografía que pulir.

Una mano cálida me sujetó de la muñeca y casi doy un respingo.

-Deberías descansar –recomendó el moreno. Tuve que controlar mi respiración para no híper ventilar. ¡Me estaba tocando! Y yo, tonta, no hacía ningún esfuerzo por deshacer el contacto.

-¡Leo! ¿Qué estás haciendo? –preguntó una voz atónita cerca de la entrada. Descubrí a los miembros de VIXX apostados a nuestro lado. La voz que había hablado pertenecía a Hong Bin, que estaba estupefacto al igual que los demás. Me sacudí la mano de Leo y me aislé.

-Él solo… -empecé.

-Ahórratelo –cortó Ravi, su mirada asqueada me provocó un nudo en el estómago.

-Ravi… calma –dijo N, intentando poner orden-. Habrá una explicación para esto.

-La explicación es simple. Una que desea ganar popularidad a solo un mes de estar en la compañía. ¿Así es como funcionan las trainees de ahora? –le espetó el rapero. Fue como un martillazo en mi cabeza, y sentí las lágrimas en mis ojos, ansiosas por escapar al exterior. ¿Por qué me decía cosas tan crueles? ¿Era ese el Ravi que yo admiraba desde la pantalla de la televisión?

-¡HYUNG! –le gritó Hyuk, haciéndose notar. Avanzó un paso hasta situarse en frente de su amigo-. ¿¡Pero a ti que te pasa!?

Entonces todo sucedió muy rápido. Leo cortó la distancia que lo separaba de los demás y se abalanzó contra Ravi, aunque fue reducido inmediatamente por el maknae y el líder. Los ojos del vocal destilaban un odio profundo de los cuales nadie supo interpretar la razón y por los que el rapero se intimidó.


-¡Para, Leo! –chillé, asustada. ¿Por qué se comportaba así?