miércoles, 31 de julio de 2013

Capítulo 1: Carta y Vino

“Estimado Doctor Lee Donghae.
Debido a los sucesos recientemente acontecidos en nuestra ciudad, y conocedores de sus investigaciones en enfermedades tropicales y de carácter desconocido, acudimos a usted como experto para que nos dé su opinión y su ayuda en los ya citados sucesos de Midness Fall.

Por ésta razón le invitamos a participar en una reunión con las autoridades locales que tendrán lugar el próximo día martes 13 de Junio de 1789”.

Colocó la carta sobre la mesa con sumo cuidado al tiempo que dejaba la copa de vino en la bandeja de plata. Tras un segundo sorbo valoró la posibilidad de acudir a la cita. Prometía ser un asunto interesante, pues había llegado a sus oídos algunos comentarios sobre el extraño mal que afectaba a los habitantes de Midness Fall. Desde un punto de vista médico podría servirle para una nueva publicación en la revista de la facultad de Medicina y, desde otro, su curiosidad estaba más allá de su profesión. Deseaba saber si era una dolencia patológica o de otra índole.

Levemente golpearon con los nudillos la puerta caoba de la estancia y tras permitir el paso, el mango bañado en oro giró sobre sí mismo y dio paso a una de las sirvientas que portaba su cena. Al principio no hizo demasiado caso, pero en cuanto notó que el ama de llaves precedía a la criada cerró los ojos en una mueca.

-¿No es usted un poco mayor ya para seguir haciendo éstas tonterías? –Habló la señora con voz severa, acercándosele y, después de titubear unos segundos palpó delicadamente debajo de los ojos del hombre-. Hoy ha hecho demasiados esfuerzos, joven. Debería cuidarse más y tomar consciencia de su estado.

Donghae apartó las manos de la ama de llaves de una forma un poco brusca pero decidida, y ésta aprovechó para correr las rojas cortinas del dormitorio. Él se sentó en la gran cama que chirrió un segundo y fue quitándose la chaqueta hasta que se dio cuenta de que se le habían dormido las manos. Disimuló deteniéndose y prestando atención a lo demás. La sirvienta situó la bandeja en la mesilla de noche, retirando el metal cóncavo que cubría el plato de carne con verduras. Al acercar los cubiertos, se dio cuenta de que la comida no le abría el apetito como pensaba. Era buena carne y sanas verduras, sin embargo en aquel pueblo no todo el mundo vivía como se merecía y eso le quitaba el hambre de golpe. El ama de llaves lo miró, compadeciéndose de sus pensamientos antes de que su amo volviera a hablar.

-Tengo veinte años, Ágatha –apuntó entonces Donghae-. Y mis trabajos de investigación no son tonterías. Mi padre salvó miles de vidas gracias a la búsqueda de curas por el mundo. ¿Por qué debería dejar de trabajar como usted me lleva sugiriendo desde los diecisiete? –no quería sonar grosero, pero no logró decirlo de otra forma. Se sentía cansado, fatigado y empezaba a tener un incesante dolor de cabeza. Miró el plato y solo sintió náuseas-. No tengo hambre.

Para entonces, el ama de llaves se había arrodillado ante el hombre, que se envaró hasta comprender que solo le desabrochaba los botones de su prenda. Seguía teniendo las manos dormidas así que se dejó hacer.

-Siento haberlo importunado, joven amo –murmuró la anciana sin dejar de hacer lo que estaba haciendo-. Pero solo déjeme decirle que la diferencia entre usted y su antecesor es que su padre estaba sano.

Aquello fue como una jarra de agua fría para Donghae, que después de librarse de los zapatos se zambulló bajo las colchas, de espaldas a Agatha. Una tercera sirvienta acudió con una jarra de agua en las manos y vertió su contenido en el limpio vaso de cristal. La primera criada azuzó el fuego de la chimenea que ya se estaba apagando y retiró la cena que no había consumido. Las anaranjadas llamas volvieron a inundar la estancia con su luz y él se quedó encandilado viéndolas bailar sobre la leña.

-Mañana haga el favor de pedir un billete de barco hacia occidente para la semana que viene. Ah, y un carro de caballos para después, junto con un guía para un pueblo. Hoy he recibido una carta de Midness Fall que solicita mi asistencia –la anciana asintió, aunque se encontraba en disconformidad con la decisión de su amo. Cuando precedió a marcharse, el hombre la volvió a llamar-. Agatha. Ordena que empaqueten mis medicinas y los utensilios quirúrgicos. No sé cuan grave es el asunto al que me enfrentaré.

Tras otro asentimiento, el ama de llaves cerró las puertas dejando descansar a la persona que yacía allí. Donghae se incorporó con un poco de dificultad y al ver las pastillas sintió la tentación de abrir la ventana y tirarlas a la lluvia incesante. Las miró con odio por que no estaba seguro del todo de que ellas lo ayudaran. Cada día despertaba más cansado, con menos energía y vitalidad. En un principio creyó solo ser la gripe que atenazaba hoy en día a muchos jóvenes y ancianos, y él tenía los recursos para tratarse. Pero después de un año y medio sin cambios, empezaba a sospechar que las píldoras no funcionaban como deberían. ¿Por qué las seguía tomando? Conservaba un mínimo de esperanza.


Después de ingerirlas, se recostó y cerró los ojos de nuevo, abrigado por la cálida luz de las suaves llamas.

Even in death - Introducción al lector


<<Tu danza con la muerte empieza ésta misma noche...>>

-Este fanfic es por fan y para fans.

-La historia toma como protagonista a Donghae y a Anna, personaje original.

ADVERTENCIAS:

18+ POR DIVERSAS RAZONES

-Contiene escenas EXPLICITAS de violencia general, es decir, se describen casi al detalle las diferentes escenas de asesinatos y homicidios. Si sientes aversión por la sangre (gore), por favor, busca otro relato adecuado para ti.

-Contiene escenas manifiestas de lemon. Si no tienes conocimiento sobre este tema, recomiendo leer las normas sobre los fanfics. Si aun así decides leer, será bajo tu propia responsabilidad.

-Escenas de terror/suspense.


-Este fanfic está relatado de finales del singlo XVIII a principios del XIX –Romanticismo-, por lo que el vocabulario y la forma de tratar a las personas no es el mismo que el de ahora.