sábado, 23 de noviembre de 2013

Capitulo 7

Una cafetería... rosa. Era completamente rosa, con algunos matices blancos. Por todos lados se veían gatos, muchos gatos. Aún no me acostumbraba a la curiosa manera que tenían los coreanos de “tomar algo”. Los gatos poseían collares que diferenciaba los potencialmente peligrosos de los mansos y cariñosos. Cuando entramos –quitándonos los zapatos y sustituyéndolos por unas chanclas de plástico- nos acercamos a la recepción. Bueno, al menos yo. Leo había encontrado un cordón atado a una bolita de cascabel y, agachado, se entretenía jugando con un gato persa gris, que gustoso y enérgico intentaba agarrar la bola. Cuando lo consiguió, en la boca de Leo se instauró una franca sonrisa que expresaba cariño inmenso hacia los animales.

Por una parte, me sentí celosa del trato que les tenía, y de la tan diferente manera que se comportaba respecto a las otras personas. Reprimí ese absurdo sentimiento y éste dejó paso a lo que realmente quería sentir. Una punzada de afecto al ver como sonreía me recorrió y cuando además levantó la vista, los ojos llenos de alegría, yo…

<<Dugún>>

Rompí contacto visual cuando la recepcionista, una mujer mayor, llamó mi atención para saber qué íbamos a tomar.

-Pat Bing soo –respondí como una autómata. Tragué saliva y fui a sentarme en una de las mesas que daban al mirador cerrado por las ventanas. Pronto, el vocal se sentó justo delante, con el gato en brazos. Al final no seríamos solo dos, por lo visto.

-Realmente… eres increíble –murmuré demasiado alto. Él fijó su mirada en mi, desconcertado y enrojecí-. Tu afición por los animales es… asombrosamente dulce.

¿Debería avergonzarme de lo que había dicho? Taek Woon abrió la boca, la cerró y la volvió a abrir, aparentemente sin saber qué decir. Sus pupilas iban de izquierda a derecha, nerviosas, hasta que las dejó en el gato que le acariciaba la pierna.

-Los animales son nobles –habló al fin-. Seres sin malicia, con una personalidad transparente. Eso es lo que me gusta. Es lo que más admiro de ellos. Y también lo que más envidio.

-¿Envidiar? –¿Qué tenía que envidiar Leo de ellos?

El chico asintió.

-Me gustaría ser una persona sincera. También poder expresarme y que la gente me entendiera sin necesidad de palabras. Pero… supongo que no es demasiado posible.

-Eso no es verdad –por supuesto que no lo era-. Mucha gente lo hace. Yo al menos, por mi parte percibo muchas cosas que deseas que la gente entienda –otra vez, se me subieron los colores-. No es que te observe… ni nada parecido… yo sólo…
-Lo sé –sus orbes marrones parecían atravesarme de parte a parte. Me estremecí entera-. Puede que seas la única que me comprende.

<<Dugún, Dugún>>

-N-n… -tartamudeé como una idiota-. N-no es verdad… no creo ser la única…

-¿Comes?

Tardé un momento en comprender lo que quería decir, el tiempo justo para enfocar la fuente de Pat Bing soo entre nosotros. Di gracias a la señora por hacer acto de presencia en el momento justo. Con la alargada cucharilla ataqué el postre y el frío hielo de leche calmó mi elevada temperatura. No era recomendable la verdad, estábamos entrando en otoño y empezaba a hacer fresco.

-Está delicioso –dije, más para distraerme que para afirmar el hecho.

-Te encantan las cosas dulces –indicó-. ¿Crees que podría sobornarte si compro cosas así?

Sonreí.

-Depende de para qué –contesté enigmática. Nos acabamos el postre con rapidez, y nos levantamos con la intención de  acariciar gatos. Uno de ellos se entusiasmó de tal forma que empezó a brincar detrás de Leo y nos arrancó una risa, terminando por los suelos. Innegablemente mis carcajadas eran más ruidosas que las de él, pero el simple hecho de verlo así, tan… libre…

Haría lo que fuera por seguir viendo esa faceta suya.

***

Caminamos un buen trecho antes de pararnos a descansar frente a una tienda de ropa. No entramos, no teníamos intención de comprar nada. Solo… hablar. Y Leo tenía algo que decirme.

-Alice… -me nombró-. He leído tu expediente.

Me congelé, y no tenía nada que ver con el crudo viento que se había levantado de un momento a otro. ¡¿Que él había hecho que?! Me costó encontrar la voz, como si de pronto se hubiera ido.

-¿Qué tu… tu has… mi expediente…? –sentí flaquear mis tobillos y tuve que apoyarme en el cristal. Ahora… lo conocía todo de mí.

-Fue un accidente –se excusó-. No sabíamos que era. Y de una u otra forma, algo así se habría descubierto en los medios. Hyuk y yo se lo entregamos al manager hyung y…

-¡¿Qué Hyuk y tu que?! –grité. Temblaba entera, no podía encajar algo así-. ¡¿Quién os ha dado derecho de meter las narices donde no os llaman?! ¡Podríais haberlo dejado en cuanto supisteis que era mío!

Impasible pero entristecido, Leo aguantaba en silencio todo lo que le largaba sin contestar.

-Cómo te atreves…

-Alice… lo siento.

Aquellas palabras acabaron con la poca estabilidad que me quedaba. Las lágrimas inundaron mis ojos y me doblé hacia delante, presa del desconsuelo. ¿Qué pensaría ahora de mí? ¿Qué pensarían todos respecto a mi persona? Me sentía ridiculizada y… débil. Una persona débil. Creo que Leo se asustó de mi reacción, por que miró hacia todos lados buscando un banco donde sentarme. Me dirigió hacia uno y dejó que me desahogara todo el tiempo que necesitase. Lo agradecí, por que comprendí que no estaba enfadada con ellos… ni con él. Estaba avergonzada de que supieran mi pasado.

-No sé como miraros a la cara ahora –musité con voz ronca. La mano de Taek Woon se posó en mi espalda y me removí, sofocada por su contacto.

-Alice, no es culpa tuya. Tu no hiciste nada malo –aguanté su mirada. Una mirada comprensiva y alentadora. Con ese chico, la expresión hierática era lo de menos. Yo podía ver a través, sabía qué sentimiento tenía con solo un vistazo a su iris. ¿Por qué era capaz? No lo entendía, pero era recíproco.

-Existir es algo de lo que a veces me arrepiento.

-No digas eso –objetó-. No vuelvas a decir algo así delante de mí. No te lo permito.

<<Dugún, Dugún, Dugún, Dugún…>>

Quedamos en silencio, aunque yo oía el rápido latir de mi corazón bajo mi pecho y en las sienes.

-Una cosa más –anunció él-. Tu manager nos contó que debías ir a por tus cosas a la escuela. Iré contigo la semana que viene.

Me pilló por sorpresa, y realmente agradecí que se ofreciera. Sería un apoyo moral muy importante para mí. Mientras fuera disfrazado…

-Vamos –dije, levantándome-. Volvamos.

***

Cuando llegamos a la compañía, ya había anochecido. Leo se despidió en la entrada y vi como se iba con un ademán sereno en la cara. Me escabullí a la cocina pensando que no habría nadie, pero mis suposiciones fueron erróneas.

-H-hola –saludé. Ravi me correspondió el saludo con una mezcla de sorpresa y culpa. Fui a sentarme en la mesa, esperando que el rapero acabase de registrar la nevera. Los segundos se me hicieron horas, pues la tensión era palpable. Se sentó junto a mí, y con la mano me indicó que cogiera uno de los dos yogures de fresa y plátano que sostenía.

Una vez abierto, lo comimos sin decir palabra. Pero…

-Oye… -empezó Ravi.

-Tengo un nombre –corté, secamente.

-Eh… Alice –corrigió-. Yo… lo siento ¿Vale? Me comporté como un lerdo.

-Tú lo has dicho.

-Solo es que… te veía tan cercana a la gente que… -tomó aire y lo soltó-. Sentí envidia por tu forma de ser. No pensé en tus sentimientos ni en tu… pasado.

Mierda. Otro que lo había leído. Cerré los ojos momentáneamente para saber qué sería correcto contestar.

-Mientras no se vuelva a repetir… - apunté, y le golpeé el hombro con fuerza.

-¡Au! ¿Y eso a qué venía? –se quejó, sobándose la parte afectada.

-A que eres idiota.

-Y tu una quisquillosa, peluche.

-¿Peluche? ¡Eh, a mí no me pongas motes! –vociferé.

-Calla, escandalosa.

-Al final te voy a dar una buena –amenacé. El ambiente ahora era completamente respirable y divertido.

-¡Vale, vale! Tú ganas. Te veo capaz de partirme las piernas.

-Exagerado –me sacó la lengua y se dirigió a la puerta.

-Hasta mañana, peluche –dijo, y se fue.


-¡QUE NO ME LLAMES PELUCHE!

********

En realidad, lo del final ha sido mas de relleno que de otra cosa. Tenía que relajar un poco los feelings hahaha

miércoles, 20 de noviembre de 2013

HongBin - Capitulo 6

-Me tomas el pelo –dije con un hilo de voz. Me había sentado en el sofá principal, mientras que Ken y Leo ocupaban los sillones de los extremos y Hongbin, quien aún estaba molesto, flotaba en el aire con las piernas cruzadas. Mi amigo mestizo había explicado sin demasiado detalle el origen de su condición, pero no acababa de asimilarlo. Simplemente… no podía.

-Ojalá –murmuró Leo. Jae Hwan se pellizcó el tabique de la nariz y sacudió la cabeza.

-¡Vamos, Alice! Aceptaste la existencia de los genios, y he aquí la prueba de ello –señaló al castaño directamente. Éste le dirigió una mala mirada y se alejó aún más-. ¿Por qué no puedes reconocer que haya otras cosas… otros seres?

-¡Porque es demasiado! –exclamé, fuera de mí. Me levanté, con los puños cerrados por… ¿Confusión? ¿Miedo? ¿Incomprensión? Una mezcla de todo.

-Alice, siéntate –ordenó Taek Woon. Entrecerré los ojos. ¡Como si fuera a hacerlo! Pero de pronto empecé a sentirme cansada, más bien, tranquila y relajada como si todo el cabreo de minutos antes se hubiera esfumado. Leo se puso tenso, espalda muy recta y miró a Hongbin con una expresión que helaría la sangre de cualquiera.

-Deja de hacer eso –su voz estaba cargada de odio-. Deja de controlarla.

-Oh, vamos… tal y como estaba antes, era imposible tratar de razonar con ella…

¿Así que era él el que estabilizaba mis emociones? Cuando me liberase, le daría una buena tunda.

-No me hagas repetírtelo –continuó mi mejor amigo. Ken puso los ojos en blanco en plan “Ya estamos otra vez”. Los dos genios se midieron con la mirada y si pudieran saltar chispas, saltarían. Más tarde, mi frustración e ofuscación volvieron como un boomerang golpeándome la cabeza, casi deseando que la serenidad volviera.

-¿Ahora que hemos vuelto al principio PODEMOS seguir hablando sin interrupciones, por favor? –exigió Jae Hwan, alzando la voz. Nadie contestó, luego sobreentendió que nadie mas diría nada ni se pondría en contra. Se dirigió a mi persona con las manos entrelazadas-. En este mundo, hay cosas que poca gente ve y no muchos saben que existen. Nosotros somos parte de esas cosas. ¿El hombre del saco? Un simple vampiro adicto a la sangre de los críos. El pueblo lo humanizó como un asesino para no ver la verdad. ¿Sabes que lo que pasó con las brujas de Salem fue cierto? Es decir, obviamente lo fue, pero se mataron centenares de brujas reales.

-¡¿Me estás diciendo que hay más monstruos sueltos?! –en cuanto hube pronunciado aquellas palabras, me arrepentí. La única cara que se crispó fue la de mi genio, que en vez de destrozarlo todo como el primer día se dio la vuelta y se encerró en la cocina.

-Yo… Lo siento –me disculpé.

-No pasa nada –pero Ken parecía triste, y Leo se había hundido más en el sofá, jugueteando con mi perro. El silencio se hizo presente, un silencio incómodo e inquietante. Decidí acabar con él, no lo aguantaba más.

-¿Y como es que he vivido rodeada de seres como vosotros…? ¿Soy un imán o algo parecido?

-Creo que has leído demasiadas veces la saga Crepúsculo. Te está afectando la cabeza.

Resoplé y se me escapó una risa nerviosa.

-¿Entonces?

No me contestaron en seguida. Hongbin salió de la cocina, sin flotar. Algo no iba bien.

-¿Chicos…? –los llamé, pero ya no estaba segura de que fuera la palabra adecuada. Fue Taek Woon el que me dio una respuesta.

-Estás en peligro.

¿Había oído bien?

-En peligro –repetí como una estúpida-. ¿En peligro de qué? ¿Desde cuándo?

Mi genio también estaba sorprendido.

-En peligro desde el día que naciste, de acabar bajo tierra –continuó Jae Hwan.

-¿Por quien? ¿Qué he hecho yo para merecer morir? –expresé, desolada. Se estremecieron cuando lo dije.

-Verás… -empezó Ken-. No todos los genios son… como el tuyo o… como Leo. Hay genios malvados. Muy malvados. La mayoría son de la raza Dao, aunque como en todo, hay excepciones. El caso es que una genio Dao te tiene en el punto de mira. Cree que eres una especie de puerta del infierno  y lleva siglos tras de algo así, ignoramos el por qué, pero desde pequeña te hemos vigilado para lo que pudiera pasar.

-Un momento. Eso es imposible, os recuerdo de pequeños. Ibais con vuestros padres. ¡Me pintaste un bigote de acuarela!

Leo soltó una carcajada que me anonadó.

-Solo veías lo que Ken te ponía en la mente. Son recuerdos falsos –dijo. Ahora sí que me tenía boquiabierta.

-¿Me habéis estado engañando? ¿Todos estos años fingíais que erais mis amigos solo para que la llave del infierno se mantuviera a salvo? ¿Cómo podéis dormir por las noches? ¡Yo pensaba que podía confiar en vosotros!

-¡Y puedes! ¡Se suponía que nuestro trabajo era acercarnos a ti y mantenerte vigilada, pero…! –se detuvo-. No salió como planeábamos. Nos… encariñamos contigo y…

-Nos sentíamos capaces de ser diferentes –acabó el Marid, quien no me quitaba ojo de encima. Ken asintió.

-Nos humanizaste. Siempre me había considerado algo peor que un monstruo, rechazado por los dos bandos a los que pertenezco. Pero el día en que me asignaron ser tu ángel custodio por despecho y te miré a los ojos, tan pequeña e inocente… me di cuenta de que no tenía por qué que seguir las órdenes de nadie y que debía vivir mi propia vida. Y decidí protegerte al margen de todo mandato.

Oh.

-Ken, yo… -Ahora lo comprendía todo. ¿Cómo podía decirle que no importaba lo que eran?-. Siempre has sido… habéis sido mis amigos. Sin contar misiones secretas angelicales ni similares. Ha sido un… shock, si esa es la palabra. Un shock grande el saber todo esto pero… Nos os quiero juzgar por lo que sois ni lo haré nunca más.

Estiré las manos y mis dos mejores amigos las agarraron. Hongbin, que había asistido al discurso sin decir nada, desvió la vista hacia otro lugar con una expresión extraña.

-¿Por qué no la cazamos? A la Dao, quiero decir… -habló.

-Oh si, vamos a atrapar al humo con una red de pesca. Muy inteligente, señor Djinn el listillo. No te doy por que va contra mis principios éticos –espetó el medio-ángel.

-¡Ja! No podrías tocarme ni aunque quisiera.

-Yo sí –comentó Leo, amenazador-. Y disfrutaría con ello.

-Eso está por verse.

-Me estáis poniendo nerviosa –anuncié, levantándome y llegando hasta Hongbin, a quien di un pequeño golpe en el hombro-. Es mi casa, y no quiero mas incidentes como los de la mesa… que ya está arreglada –no cabía en mi asombro. Aún no me acostumbraba a los fenómenos sobrenaturales-. En fin. Si queréis pelearos, os recomiendo que salgáis fuera.

-Si, mientras Alice y yo haremos las pizzas. Tenéis aproximadamente… 25 minutos para abriros la cabeza el uno al otro.

-¡KEN! –chillé, horrorizada. Lo último que necesitábamos era alentarlos a matarse. Éste rió.

-A mí me parece bien –agregó mi genio. Taek Woon asintió, conforme y se dispusieron a salir. Oh no. Por encima de mi cadáver. Con rapidez me abalancé contra el que tenía mas cerca, Hongbin. Pasé los brazos por los laterales y cerré mis manos sobre su pecho. Luego empecé a tirar hacia atrás intentando que retrocediera, sin mucho éxito.

-¡Suéltame humana! –Quiso librarse de mi agarre, algo que no permití y que lo puso más nervioso-. ¡Pedazo de carne con patas…! ¡Que me…! ¡Que me sueltes!

Siguió con el chorro de insultos hacia los de mi especie. ¿No lo había amenazado que pediría los deseos si volvía a decir cosas así? Lo tenía olvidado, entonces.

-Djinn… te estás poniendo rojo –reveló Ken. El genio se congeló y su rojez incrementó.

-No digas sandeces. Estoy furioso, ¡yo…!

-Sí, sí, furioso… di lo que quieras pero yo ya he sacado mis propias conclusiones.

-¡Cierra el pico, imitación de plumero! –mi amigo se encogió de hombros, sin darle importancia al insulto.

-Alice… suéltalo –pidió Leo. Negué con la cabeza. Mi pequeña estatura en comparación a la altura del Djinn se hacía perceptible. Debajo de la camisa a cuadros apreciaba el rápido latido de un corazón caliente. ¿Tenían corazón los genios?

Desprendía calor por cada poro, y se notaba un torso trabajado. Estuve cerca de estremecerme de vergüenza. Pero no me había empujado lejos, pudiendo hacerlo en un momento, desaparecer o mandarme a freír espárragos con su viento. ¿Por qué?

-Alice… -en ese momento me percaté de que los forcejeos cesaron-. Suéltame –y añadió con humillación-. Por favor.

-No. Si te suelto os pegaréis. No quiero.

-¿Qué te importa a ti lo que me pase? Desde luego, no lo entiendo.

Era verdad. ¿Por qué quería evitar que se pegaran? ¿Porque Leo podía salir herido? Si lo pensaba, me parecía un argumento falto de información. Y sería injusto para Hongbin. ¿Por qué?

-Sólo… no lo hagáis. Leo, por favor –supliqué. Podría montarse la tercera guerra mundial en una noche. Mi amigo levantó las manos con su característica inexpresividad y se estiró en el sofá donde yo había estado antes. Miró el reloj que marcaban las 10. Desde luego, aclarando cosas se nos había ido el santo al cielo… más o menos.

Desenlacé las manos por fin, y el genio aprovechó para salir corriendo por la puerta como una exhalación. No tuve tiempo de llamarlo por que ya había desaparecido en la negra noche.


-Volverá –restó importancia el mestizo-. Es tu genio, al fin y al cabo.


***********

Si, lo sé, lo dejo colgado varias semanas y encima luego traigo esto... intentaré hacer mas interesantes los siguientes capítulos ;; </3 Como siempre, me encantan los comentarios así que si me dejáis uno.... <3 <3

domingo, 10 de noviembre de 2013

Capítulo 6


El desenlace del conflicto fue más pacífico de lo que creía. No hubo golpes o alguna cosa similar sino que Leo, al verse incapacitado por los dos chicos, se los sacudió de encima y salió sin decir nada de la sala. Un silencio desconcertante inundó el lugar, mientras los otros miembros de VIXX intercambiaban miradas. Vi a Hyuk, serio, abrirse paso y en el camino empujar a Ravi con el hombro. Seguramente iría a perseguir a su hyung.

Antes de que se fijaran en mí otra vez, también me escurrí fuera. Sin embargo, una mano se cernió sobre mi brazo deteniendo mi escapada. Al girar la cabeza vi que se trataba de N, que me miraba con una mezcla de abatimiento y vergüenza por lo ocurrido.

-Espera –pidió. Estar cerca de alguien, en aquel momento, era incómodo para mí. Pero por su forma de mirarme, decidí escuchar lo que tenía que decirme-. Lo siento –empezó-, lo siento de veras. Ravi está pasando por un mal momento ahora mismo, tiene mucha presión y dice cosas que no debería decir por qué no las piensa realmente. Eso lo sé. Y también sé que eso no debería ser una excusa para tratar a la gente como le diera la gana…

Miré por encima del hombro a Ravi, que estaba de espaldas, pero escuchándonos con poco disimulo por su parte. Me zafé de N con brusquedad.

-No quiero tus disculpas, N, sino las de Won Sik –se removió inquieto cuando pronuncié su nombre real. Cuando me enfadaba, me olvidaba de los sobrenombres que pudiera tener cualquier persona-. Solo quiero saber qué le he hecho para merecer ese trato. Claro que simplemente puede decirme “existir”, pero ya lo he oído demasiadas veces para que pueda afectarme. Al menos en su mayor parte. Pero no puedo soportar más que alguien me trate de esa manera. No puedo. Es como si la mala suerte me persiguiera allí donde voy. Pensaba que entrando en la compañía, la gente me trataría con el respeto que una persona se merece. Pero no. Parece que los estoy escuchando a través de él. Todo empezó con malas palabras y acabó en golpes.

Ravi descruzó los brazos, alarmado.

-Espera, yo no voy a…

-Claro que no. Eso también lo he escuchado antes. ¿Quieres hacerme un favor? Ignórame. No te he hecho nada, así que… olvídame, como si yo no existiera… porque yo haré lo mismo, para poder  tener una vida.

-Hana… lo estás sacando todo fuera de tono –advirtió N.

Lo observé largamente, con los ojos cristalinos. El líder de VIXX pareció hacerse más pequeño.

-No pienso discutir esto con gente que ni siquiera es capaz de mirarme a los ojos.

Di en el clavo al decir aquellas palabras. Ninguno sabía hacia dónde mirar. ¿Pensaban que no me había dado cuenta de que mis ojos extranjeros eran demasiado para ellos? No solo eso. Pese a tener rasgos asiáticos, ellos nunca me aceptarían como una igual. Eso me entristecía y me recordaban el pasado.

¿Encajar? ¿Yo? Parecía cosa de risa.

Negué, decepcionada y me fui sin hacer caso a N, que seguía llamándome.

***

-Es que no te ostio aquí mismo porque ya debes sentirte suficientemente mal –exclamó el líder cuando entraron en la compañía. El chico había empezado a patear objetos que se le cruzaban en el camino, hasta que un quejido lastimero de Ken lo obligó a parar y darse cuenta de que había golpeado la Tablet del vocal-. Mierda, Won Sik, ¿En qué piensas?

-Como dices tú ya me siento bastante mal, así que ahórrate el sermón Hakyeon.

Hongbin no dijo nada, pues él también había malentendido a la muchacha. Ken se abstuvo a comentar a sabiendas de que podría fastidiarla.

-Te diré yo en qué pensaba –habló Hyuk, desde la puerta. Acarreaba un portapapeles no demasiado grande. Detrás de él se encontraba Leo de brazos cruzados con los ojos puestos en la puerta-. Pensaba en sí mismo.

-¿Qué es eso? –inquirió Ken. El maknae estiró el brazo y Leo recogió la carpeta que éste le tendía. Luego se acercó a Ravi, quien se tensó pero recibió el portapapeles en el pecho. El vocal colocó sus labios cerca de la oreja del rapero antes de decir una simple palabra.

-Lee.

Todos se reunieron en torno a él mientras abría la carpeta. En medio a lo grande, el nombre de Park Hana en rojo llenaba la primera hoja. Era el expediente de la chica.

Park Ha Na.
Sin hermanos. Familia mono-parental. Madre difunta y padre alcohólico.

La frase de Hana resonaba en sus mentes: “-Mi madre era australiana…”. ¿Por qué no se habían dado cuenta de lo que implicaba ese ERA?

-Por la mitad tienes el perfil psicológico de la escuela –señaló Hyuk. Y menudo perfil.

“-Absentismo escolar frecuente.
-Ritmo escolar decreciente.
-No suele hablar demasiado en la clase.
-Ausencia de relaciones en el colegio.
-En la última visita, apareció con la frente abierta. Los días posteriores exhibía golpes en diferentes partes del cuerpo.
-Le desagrada hablar con el psicólogo.
-Tiene miedo a ir a la escuela, incluso a volver a clase después de las sesiones.”
Conclusiones: La niña es víctima de bullying.

Ravi acabó por llevarse una mano a la boca, anonadado.

-Ahora sí que te mato, Won Sik –comentó N, pero no se movió.

-¿Vosotros lo sabíais? –preguntó Hongbin a la pareja delante suyo. Ellos asintieron-. ¿Cómo?

-El día de su mudanza, faltaban varias cosas por mover que Hana no había tenido en cuenta. Visto lo visto, decidimos llevar las últimas cajas nosotros mismos. Una de ellas se me volcó y entre papeles encontré el expediente. Sé que estuvo mal ojearlo –se disculpó Hyuk-. Pero no sabíamos nada de ella realmente y…

Leo asintió, sombrío y se fue. Ahora que todos lo sabían, era el momento de que el ambiente con la trainee cambiara… ¿para bien?

***

-Leo –dije, sorprendida de encontrarlo a esas horas del atardecer en aquella especie de altillo que ahora era mi refugio para pensar. No obstante, no subió. Se quedó en la escalera con medio cuerpo visible. Con la cabeza me señaló el exterior, indicándome que quería pasear.

-Vamos –musitó. Me levanté rápidamente. ¿Cómo conseguía él que hiciera lo que quería? Mi poca resistencia mental me sorprendía cada vez más. Caminando detrás de él, observando su espalda ancha y recia, me daba cuenta de que Leo era el único chico que lograba derribar todas mis defensas.

Por fin me puse a su altura.

-¿Quieres ir a comprar algo? Podemos ir al súper y coger…

-Pat bing soo –me interrumpió. En un súper no puedes comprar Pat bing soo, porque es algo que se come en los Cafés… espera… ¿Estaba llevándome a comer algo que era generalmente compartido? ¿Íbamos a compartir el mismo pat bing soo?

***

*Nota: Pat bing soo es un postre/helado coreano. El mas corriente es ese, que lleva pasta de judia roja. Sin embargo, hay de otros sabores, Choco Bing Soo, Fruit Bing Soo... Si alguna vez vais a Corea, os recomiendo que lo probéis. Yo compré con mis amigas el Choco bing soo... ¡y prácticamente cada día íbamos a por mas!


lunes, 4 de noviembre de 2013

HongBin - Capítulo 5

Mis padres no estarían en casa el fin de semana. Uno, por viaje de negocios y la otra, por irse de vacaciones bien merecidas. Mi madre insistió en que la acompañara, pero yo me negué, alegando que alguien debía encargarse de sacar a pasear al perro y estar pendiente del canario. Pese a que la idea no le hacía ninguna gracia al final cedió, dándome la razón.

Así pues, llegó el sábado por la tarde y la casa estaba parcialmente deshabitada. Después de hacer los deberes, bajé las escaleras dirección a la cocina y preparar algo para aquella noche. Un par de pizzas medianas bastarían, contando con que Leo y Ken cumplieran su parte trayendo coca cola y patatas fritas. Las metí en el horno y me senté en el sofá a la espera.

-¿Comida basura? –dijo HongBin, apoyado en el respaldo. De un salto, se colocó a mi lado con las piernas cruzadas. Ese día llevaba una camisa verde a cuadros y unos tejanos oscuros de media espinilla. Por la mañana había llevado puestas unas gafas hipster, pero al final del día se cansó de ellas.

HongBin no había vuelto a mencionar nada en contra de los humanos, y parecía hasta interesado cuando le explicaba cosas de mi época. Como, por ejemplo, las pizzas. Desde que yo misma las definí como “comida basura”, no cesaba de repetirlo una y otra vez cuando me veía con las cajas de éstas.

-Si, HongBin, comida basura.

-¿No sabes cocinar? Decepcionante… -se burló. Alcancé un cojín y se lo lancé a la cara. Como siempre, antes de tocarlo ya se encontraba en su sitio original-. No entiendo como puedes ser tan violenta. ¿Estás segura de que eres una mujer?

Aunque hirviera por dentro, lo dejé pasar.

-Deberías irte. Mis amigos estarán a punto de llegar.

El Djinn se rascó la barbilla un momento.

-No quiero –espera, ¿qué?-, me haré invisible y se acabó. Aunque por otro lado, también podrías presentármelos y sería una fiesta de pijamas de cuatro. Cuantos más mejor, ¿o no?

-Conociéndote, la liarías.

-Vaya, ¿ahora me conoces? Solo hace una semana que soy tu genio. ¿Quieres decir que de aquí a una semana ya nos habremos conocido a fondo?

Se me subieron los colores, de rabia y vergüenza. Abrí y cerré la boca sin saber qué decir mientras él me miraba divertido por mi reacción.

-Estás dándole la vuelta a las cosas. Eres un degenerado –le solté, lo que provocó una carcajada por su parte.
-Estoy disfrutando ésta época.

-¡Claro! ¡A mi costa! –¿Por qué me molestaba tanto? ¡No era justo! ¿Qué se había creído?

HongBin se hundió más en el sofá.

-Me quedo. Ya se lo explicarás a tus amigos.

Un bate de baseball. Quiero un maldito bate de baseball cerca.

El timbre sonó y salté del susto. Ya habían llegado. ¿Y ahora qué? No que me quedaba otro remedio. ¿Qué pensarían mis amigos cuando les presentara a HongBin? No tenía ninguna excusa válida para justificar su presencia.

Tras aclararme la garganta crucé el salón para abrir la puerta. Al momento, Ken me apretujó en un abrazo de oso.

-¡Llegó el díiiia! Espero que tengas una buena peli de acción. Sino, tiramos por 300 o la Guerra de Troya.

-Hola Leo –saludé por encima del hombro de Jae Hwan.

-Hm… –me devolvió el saludo como era usual en él. Cuando mi amigo me soltó, pude conducirlos hacia dentro y cerrar con llave. Un silencio reinó en el lugar y cuando giré a ver el por qué, me quedé de piedra. HongBin estaba mortalmente serio, con las manos fuera de los bolsillos y la boca entreabierta. La respiración de éste distaba mucho de ser calmada.

Algo similar ocurría con Leo. La tensión se hacía palpable en el aire. Ken estaba alarmado y no dejaba de mirar a uno y a otro.

-Chicos, puedo explicarlo. El es HongBin y…

-¿HongBin? ¿Ahora utilizas ese nombre? –interrumpió Taek Woon. Mi genio entrecerró los ojos.

-Si, llevo varias décadas con él. ¿Y qué hace un sucio Marid en el mundo físico? ¿No os repugnaba estar entre mortales?

-Cállate. No es asunto tuyo –tras pensar un segundo, volvió a hablar-. Eso mismo debería decirte yo a ti. Ah no, es verdad. Solo eres un Djinn, condenado a servir a los humanos para toda la eternidad.

Aquello pareció acabar con la paciencia de HongBin que ante mi horror se abalanzó contra Leo quien lo esperaba. Ambos chocaron con fuerza, rompiendo la mesa central y yo solté un chillido ahogado mientras mi perro ladraba como loco. Ken me apartó rápidamente y me cubrió con su cuerpo mientras los otros dos seguían lanzándose puñetazos y patadas.

-Temía que algo así pasaría… -susurró él, con pesar.

-¿Sabías que pasaría? ¿Cómo? ¿Cómo puedes saber…? ¿Cómo puede Leo saber que HongBin es…? –no lograba acabar las preguntas. Lo que se desarrollaba ante mis ojos me tenía completamente anonadada. Jae Hwan me miró. Había perdido la sonrisa y sus ojos estaban tristes.

-Hay muchas cosas de nosotros dos que no sabes.

Se me cayó el alma a los pies. ¿Cuántas cosas NO sabía?
Cuando HongBin empezó a lanzar objetos contra mi mejor amigo, supe que había que pararlo. ¿Pero cómo?

-¡Ken! ¡Que paren! ¡Que paren ya! –grité, desesperada, por encima del ruido de cosas que se estrellaban en el suelo. ¿Pero qué podía hacer Ken frente a lo que se desenvolvía delante de mí? Me importaba un bledo la casa, el único miedo que tenía era que alguien saliera herido. El castaño suspiró.

-Esto ya se está pasando de rosca –se giró, y con un breve movimiento de manos, casi imperceptible los lanzó en direcciones contrarias, reteniéndolos contra la pared-. Hemos venido a hacer una fiesta de pijamas, no a arrancarnos la cabeza para consumar venganzas pasadas. Después de tantos milenios, seguís igual de inmaduros visto lo visto.

Se conocían. Y había dicho, de alguna manera, que se conocían de hace miles de años.

-Cierra el pico –le ordenó Leo, sin despegar la vista de su adversario. Si antes había intentado zafarse de la fuerza sobrenatural que lo sujetaba, esa idea ya no se encontraba en su cabeza. Ambos cesaron de moverse pero no de asesinarse con la mirada. Era todo tan confuso… no comprendía nada.

-Jae Hwan… ¿Por qué…?

-No te acerques a ellos –me advirtió él. Al observar sus ojos, mis manos automáticamente sellaron mi boca. El iris que una vez fue de un castaño oscuro, se había tornado rojo intensísimo. Al caminar hacia atrás, tropecé con Argos que de algún modo logró colarse entre mis piernas, precipitándome al suelo. Siguió ladrando debajo de mis rodillas flexionadas, mientras yo intentaba que se callara.

Nada de esto podía estar pasando… Estaba segura de que despertaría en seguida y todo volvería a ser como antes. Pero en mi fuero interno, sabía que aquello no iba a ocurrir nunca. Ken era consciente de lo que me pasaba por la cabeza.

-Prometedme que si os suelto, no os intentaréis matar. Prometedlo ahora, por que estáis provocando un gran trauma a Alice y no creo que esa fuera vuestra intención, ¿verdad? Ya ha visto demasiado.

Ambos chicos desviaron la atención hacia mí. Tanto a Leo como a HongBin también les habían cambiado el color de los ojos, azul lapislázuli en el primero, verde intenso en el segundo. ¿Era algo propio de su poder? El Djinn me dedicó una mirada derrotada mientras que mi mejor amigo me observaba con abatimiento. Al unísono asintieron. Sintiendo otra vez suelo bajo sus pies, se acercaron hasta mi posición, manteniendo una distancia entre ellos. Ken me tendió una mano que no cogí. Estaba loco si pensaba que iba a tocar a nadie aquella noche sin una explicación.

-Necesito saber y sacar una conclusión de todo esto –comuniqué, con un nudo en la garganta.

Jae Hwan hizo una mueca y se rascó la nuca. Su iris volvía a ser como siempre.

-Para resumírtelo. Leo es un genio del plano elemental del agua, que odia a muerte a los Djinn. Pero como has visto, el que menos se contiene es tu amigo –señaló a HongBin y este resopló mientras se cruzaba de brazos.

-¿Un Marid? –aún recordaba los nombres y sus descripciones.

-Es curiosa la forma que tenéis los humanos de catalogar a los genios, pero sí, así es.

-¿Y tu? ¿Qué eres? ¿Un Efreet o algo parecido? –espeté.

Ken se rió, pero no fue agradable.

-Nada más lejos de la realidad –contestó-. Soy un medio-ángel caído.


***

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The Caller Of Angels - Personajes Principales

Alice



















“Alice, cuyo verdadero nombre es Soo Ah Ri (수아리, Su A li), es una chica de complexión delgada, un poco bajita y temeraria. Posee un carácter fuerte y una voluntad de hierro, llegando a ser algo bruta a veces. Su familia se compone por sus padres, un perro y un canario. Le apasiona la fotografía y odia cualquier comida excesivamente dulce.

Sus mejores amigos son Jae Hwan y Taek Woon, con los que se ha visto metida en mas de un problema. Cuando HongBin aparece, pone su tranquila vida de estudiante normal patas arriba..."


HongBin, el genio Djinn del Aire





















“HongBin es un Djinn del plano elemental del Aire. Su agilidad en el vuelo le hace ser casi incapturable. Es de carácter amigable, aunque puede llegar a ser bastante despectivo con los seres que, a diferencia de él, necesitan alas para volar.
HongBin es un tipo de Djinn noble que concede 3 deseos y, una vez concedidos, queda libre de servir a su invocador, volviendo al objeto del que proviene. Es enemigo natural de los Efreet y los Marid.

HongBin en particular, guarda rencor a los humanos por la libertad que él no posee. Pese a todo, no trata a Alice como supuestamente debería hacerlo dada su condición.”

Leo, el genio Marid del Agua














"Leo es el genio del plano elemental del Agua. Es uno de los genios mas poderosos que existen. Los Marid son seres muy soberbios, egoístas e individualistas. Es muy difícil que un Marid acate órdenes, por lo que estos genios no suelen ser invocados para servir y campan por libre, como en el caso de Leo. 

Muestra un gran afecto por Alice a quien conoce desde que era pequeña, y también por Ken, tratándolo con cariñosa despectividad. Puede comunicarse con cualquier ente o criatura de cualquier plano mediante telepatía."

Ken, el medio-ángel







"Ken es un medio-ángel nacido de la extraña unión de una demonio y un ángel. Así, es considerado un híbrido, diferente al de las uniones entre humanos y ángeles o humanos y demonios. Según la leyenda, los híbridos nacidos entre un ser celestial y un ser infernal tienen la obligación de custodiar las puertas del cielo y el infierno respectivamente, cargando con el peso de ser repudiado tanto por uno como por otro. Cada híbrido posee un rasgo físico distintivo. En el caso de Ken, cuando su parte sobrenatural se impone a la "humana", posee el resplandor y las alas de un ángel, pero sus ojos son de un rojo intenso.

Tiene una curiosa relación con Leo, a quien considera un amigo lejos de su condición de genio. Para él, es un igual, pues ambos provienen del mismo plano y tienen los mismos centenares de años. Además, es amigo de Alice, adorándola por ser una persona pura y sin malicia. Ejerce de ángel custodio para con ella."