N de T: Os pido perdón. Lo peor de haber visto primero la
película y seguidamente el libro es que hay cosas que se me mezclan y en cuanto
me descuido... Por ejemplo, con Ben. Ben en la pelicula es corredor, pero en el
libro lo muestran como constructor. Y, sin darme cuenta, en mi fanfic también
aparece como corredor. Quizá no es un dato tan importante, puesto que tampoco
se profundiza demasiado en la vida de éste chico ni en un sitio ni en el otro.
Solo se sabe lo que se sabe y ya. Aún así, me disculpo de nuevo. ¡Y gracias!
Espero vuestros comentarios!
***
-¡Que… alguien… me ayude! –gritó un chico entrecortadamente
al otro lado de las verjas de la Caja. Sonaba asustado, desorientado; tal y
como había llegado Jane. Escrutó con curiosidad el cuadrado en el suelo hasta
que abrieron las puertas metálicas.
El joven entrecerró los ojos por el intenso fogonazo de luz.
Miró en todas direcciones, asustado del coro de voces que se alzó.
-Mirad a ese pingajo.
-¿Cuántos años tiene?
-Parece una clonc con camiseta.
-Tú sí que eres imbécil, cara fuco.
-¡Tío, aquí abajo huele a pies!
-Espero que hayas disfrutado del viaje de ida, verducho.
-No hay billete de vuelta, chaval.
-¿Estás bien? –se hizo oír la chica. El nuevo enfocó los
profundos iris marrones en ella y pareció que se relajaba un tanto. Desde otra
parte, le tendieron una cuerda. Vaciló pero finalmente se dejó ayudar. Después
de incorporarse, los brazos que lo rodeaban se fueron, pero traviesos dedos aún
lo empujaban, burlones. Jane se hizo paso a codazos para estar en primera fila.
El muchacho tenía un aspecto deplorable. ¿Había tenido ella esa cara enfermiza
al llegar?
-Mira al judía verde —dijo una voz ronca, la del guardián de
los constructores—. Se va a romper su fuco cuello intentando averiguar dónde
está.
-Cállate la boca, Gally —respondió otra voz conocida. La
chica estaba cerca y propinó un sopapo en la nuca al constructor. Éste gruñó
unas palabras incomprensibles y se calló. La segunda persona en hablar había
sido Alby, que avanzó hasta el circulo formado entorno al pingajo.
-¿Dónde estoy? –preguntó. Una punzada de nostalgia la
embargó.
-En ningún sitio bueno —contestó Alby— que te haga sentir a
gusto y relajado.
E iniciaron otra vez los gritos y las burlas. Jane examinó
con más detenimiento el recién llegado. Moreno, delgado pero recio. Cara
angulosa, labios medianamente gruesos y ojos grandes. Algo en su interior se
agitó, como si estuviera teniendo un de ja vú. Lo conocía. No sabía de dónde ni
por qué, pero lo había visto en otro lugar. Miles de imágenes le pasaron por la
cabeza, algunas claras, otras borrosas; fragmentos de conversaciones surcaban
las lagunas de su mente como agujas.
<<No puedo más>>
<<Tengo que ir, tengo que ayudarle>>
<<Ten paciencia, pronto iremos todos>>
<<No pienso obedecerles. Han sido dos años>>
<<Soy tu madre. Harás lo que se te diga>>
<<Me niego, Page>>
Chuck le propinó unos golpecitos en el brazo.
-No tienes buena cara.
Jane tragó saliva.
-Sácame de aquí –suplicó. Apoyó las manos en los hombros del
niño mientras la guiaba fuera de la multitud. Ladeó la cabeza a tiempo de ver
que Alby se llevaba al nuevo a un sitio apartado cerca del bosque. Suponía que
lo pondría al día, aunque no confiaba en que se lo explicara todo de golpe. A
lo lejos, Newt se acercaba y le asestaba una colleja al líder.
-¿Ha sido por el pingajo novato, no? –dijo Chuck. Ella
asintió.
-Es como si me hubiesen accionado un interruptor en la mente
al verlo. Me es familiar… y empiezo a recordar cosas.
-¿En serio? ¿Qué recuerdas?
-No demasiado. ¿Por qué no te acercas al verducho? Parece
que va a hacerse clonc en los pantalones si sigue dándole al coco.
-Vamos los dos, si estás mejor.
Subieron la colina en dirección al muchacho que, en una
mezcla de miedo y curiosidad miraba en dirección al gran edificio de madera
cimentada y a las personas que se arremolinaban en la ventana más cercana. Un
desgarrador grito cruzó el aire y se metió en los tímpanos de quienes lo
escucharon. Jane sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Cerró los ojos y
tragó saliva, consciente de quien había en la Hacienda, porque ella misma se
había encargado de sacarlo medio a rastras del Laberinto. Newt y Alby lo
dejaron allí y corrieron hacia la casa.
Un sonido metálico resonó en el lugar y un bichito parecido
a una lagartija se escondió de ellos.
-Esa era una de las cuchillas escarabajo —aclaró Chuck al
chico, que tenía cara de desconcierto.
-No te preocupes –siguió ella, intentando ignorar lo que
había oído-. No te hará daño, a no ser que intentes cogerla. Son las cosas que
nos vigilan.
La miró y entonces su mirada cambió. Jane advertía sus
pensamientos: En silencio se preguntaba por qué era la única chica, y sobre
todo, por qué sentía que la conocía.
Otro grito cortó todo contacto visual entre ellos.
-Pobre Ben –murmuró la chica, absorta-. Ahora está pasando
por la peor parte de la picadura.
-¿Picadura?
-De los laceradores –dijo Chuck-. Duele mucho según me han
contado. No sabes mucho más que yo por lo que parece.
-Querrás decir, que yo. Tú ya llevas dos meses aquí.
-Es verdad. Eras la pingaja hasta que éste tío llegó a esta
clonc.
Intercambiaron un par de frases más y el nuevo se levantó,
al parecer, cansado de las palabras sin sentido. Averiguaron que se llamaba
Thomas. La conversación hasta la Hacienda se tornó pesada y cortante. Thomas,
llegado el momento susurró un “No necesito amigos” y Chuck y Jane se miraron,
sabiendo que aquello no era verdad.
-Anda, mira, es el judía verde –se mofó Gally en el
interior-. Este pingajo seguro se ha cloncado en los pantalones cuando ha oído
al bebé de Benny gritar como una niña. ¿Necesitas un pañal limpio, cara fuco?
-Gally, tengamos la fiesta en paz por una vez, ¿eh? El
chaval acaba de aterrizar. Espera un par de días por lo menos –comentó ella. El
constructor la analizó, pero ya no lo hacía como si estuviera observando a una
persona potencialmente peligrosa. En el mes, la había aceptado dentro de lo que
él llamaba “nuestro hogar”. Incluso varias veces se hacían bromas, cosa
impensable durante las primeras semanas.
-Haz el favor de ir a ayudar a los Mediqueros, algo que se
supone que tendrías que estar haciendo. Newt y Alby están preocupados. Si no
les dices que todo va a salir bien, acabarán rompiendo a llorar como maricas.
-No exageres –objetó, aunque la idea de ver a los chicos
llorar por eso le hizo gracia. Se giró hacia Chuck-. ¿Te encargas del verducho?
Voy a ver a Benny.
Sin esperar réplica subió las escaleras, que crujieron bajo
su peso, y cruzó el pasillo hasta la última habitación. Pese a saber
perfectamente qué iba a encontrarse no pudo evitar que el corazón le latiera
desenfrenado. Ben, de los corredores, se hallaba con el pecho desnudo, los ojos
rojos desorbitados y unas venas verdes y gruesas de aspecto desagradable
saliéndole de cada parte del cuerpo. Se movía en un frenesí delirante. Tenía un
brazo suelto y todos los esfuerzos de Newt por sujetárselo fueron vanos,
incluso recibió un tortazo. Tenía que hacer algo.
Recorrió la poca distancia que le quedaba y se subió encima
de su compañero corredor, apretándole los hombros contra el camastro hasta que
Newt logró controlarle de nuevo la extremidad.
-Ben, mírame. ¡Ben, por favor, mírame! ¡Cálmate! –pero era
inútil. De la boca le rezumaba una espuma blanca asquerosa que fue bajándole
por la comisura; al mismo tiempo había sacado la lengua, amenazando con
triturársela. Eso la alarmó. Sin ni siquiera protegerse con algo, encajó el
antebrazo en su boca para que no se la cortara a dentelladas. No obstante
aquello resultó un infierno para Jane. Sintió un profundo dolor atravesarle el
brazo, y de éste, a todo el cuerpo. Tal había sido el ramalazo, que estuvo a
punto de perder la consciencia.
-¿Qué estás haciendo aquí arriba, novato? —gritó Alby a
alguien en la puerta. La chica giró la cabeza a tiempo de ver a Thomas con la
cara pálida y los ojos como platos. Alby se plantó delante de él para evitar
que mirara, aunque algo le decía que era demasiado tarde.
-Yo… eeeh… quería algunas respuestas —murmuró. La joven puso
los ojos en blanco pero no dijo nada. Si el antebrazo no le doliera a horrores,
le habría preguntado a Newt si ella había sido así de pesada el Primer Día.
El verducho se fue, humillado. Para cuando Alby volvió, Ben
empezaba a serenarse y posteriormente se quedó quieto, dormido. Jane aprovechó
para retirar el brazo y cerrar los ojos, agotada.
-Deberías ponerte algo en eso –señaló el líder-. No tiene
buena pinta, chica.
Se miró las heridas con forma de medias lunas en la piel.
Eran bastante profundas, rojas, producto del intenso sufrimiento, y no dejaban
de rezumar sangre. Quizá sería una marca para toda la vida. Abrió el armario y
sacó la botella desinfectante y varias gasas para Clint, que la ayudó a
curarse. Tardó tiempo, pero la hemorragia cesó.
-Debía evitar que se cortara la lengua con los dientes
–explicó, a nadie en concreto y aunque nadie le había preguntado. Tenía la
necesidad de darle sentido al dolor de su antebrazo.
-Lo has hecho bien –la consoló el guardián de los
Mediqueros-. Mejor que bien. A ninguno se nos pasó por la cabeza.
-Dile a Fritanga que te de un bocata. Falta poco para la
cena pero lo entenderá. Tienes el mismo color que las paredes –aconsejó Jeff.
-Pero si son grises.
-Veo que lo vas captando.
***
Jane no cenó; el bocata preliminar le había quitado el
apetito. Esto también se veía afectado por lo que había ocurrido en la Hacienda
escasas horas antes. Y en lugar de buscar a cualquiera de sus amigos se metió
en su saco y entornó los párpados. Notó que alguien se estiraba a su lado, sin
embargo no se giró.
-¿Un día duro? –inquirió Minho.
-Bastante.
Levantó el brazo con la venda: no tuvo que verlo para saber
que el corredor abría los ojos, confundido.
-¿Qué ha pasado? ¿Cómo te has hecho… lo que sea que tengas?
Por fin se giró y apoyó la cabeza sobre la mano sana.
-Lo metí en la boca de tu compañero para que siguiera
teniendo lengua en el futuro. Y antes de que me lo preguntes, sí, todo bajo
control. Tardará un par de días en recuperar las fuerzas, pero lo peor ya ha
pasado.
-Que bien –no lo dijo con demasiada emoción y pese a eso,
Jane era consciente de que Minho estaba aliviado. El chico recorrió la venda
con los dedos tan suave y delicadamente que la muchacha contuvo un
estremecimiento. Sus manos eran torpes y aun así, un cosquilleo la recorrió-.
Debió de dolerte.
-No sabes cuánto –contestó, ensimismada. Decidió cambiar de
tema-. ¿Has cenado?
-No, me he quedado rezagado. Lo haré el último. Tanto
gilipullo por ahí me pone enfermo.
Jane soltó una risotada que acabó en tos. Minho la
contempló, inquieto.
-Tienes cara de haber visto un fantasma en monopatín.
-Ponte a la cola de la gente que me lo ha dicho ya.
Tranquilo, lo que sea que tenga Ben no se contagia. Sólo estoy… exhausta –clavó
sus orbes claros en él y frunció el ceño-. Espera. ¿Un fantasma en monopatín? ¿En
serio?
-Si se te ocurre algo mejor... Ya sé que los fantasmas no
van en monopatín. Como mucho, utilizan bicicletas.
-A veces admiro a las piedras, ¿sabes? Comparadas contigo,
destilan inteligencia.
Refunfuñó en el momento en que Minho le sacudió un pequeño
puñetazo en el hombro. Luego se levantó y le revolvió el pelo.
-Me voy a engullir un par de huevos fritos.
-Puaj.
-A propósito. Hoy ha subido un nuevo novato, ¿no? ¿Se porta?
-Es un cara fuco idiota que no se queda quieto. Pero parece
buen chico.
-Ya veo –Jane se sorprendió al notar un leve deje de celos
en la voz del corredor. Cuando se fue, llegaron Chuck y Thomas y se tumbaron a
su lado. Por alguna razón, se hizo la dormida escuchando la conversación de los
dos.
-Quiero ser un corredor.
-Olvídate de eso ahora mismo.
-No trates de…
-Thomas. Novato. Amigo mío. Olvídalo.
-Mañana se lo diré a Alby.
La persistencia de Thomas la obligó a saltarse su voto de
silencio. Se incorporó.
-Tú, verducho. Alby te dará una patada en el culo y te pondrá
en tu sitio como sigas diciendo tonterías. Ser corredor no es ninguna broma.
-Eres… una chica –dijo, como si por primera vez la viera.
-Bravo, Einstein. Si mal no recuerdo, hemos hablado antes.
-No, no. Quiero decir, que pensaba que había más chicas y
por lo que veo solo hay chicos en el… Claro.
-Pues ya lo ves. Y tengo nombre de chica también. Jane.
Parece que los creadores consideraron buena idea meter un jaguar en la jaula de
las ovejas.
Chuck se rió. Thomas curvó un poco las comisuras, pero la sonrisa
no le llegó a los ojos.
-A dormir, pingajos –exclamó el niño y al ver que el nuevo
no se estiraba añadió-. Thomas, eres un trocito de clonc. Duérmete.
-Hay algo ahí que me es familiar.
-Duér-me-te.
-Jane, Chuck, creo… creo que he estado aquí antes.
El pequeño resopló y Thomas se calló. Sin embargo la joven
meditó sus palabras. Si era verdad lo que había dicho, entonces tenían algún
tipo de relación o estaban metidos en algo muy grande. Quizá demasiado grande
para ellos.
Bueno, aquí estoy otra vez... Es decir, yo he visto la primera película y el libro aún no lo he leído aunque me lo dijiste... tengo que hacerlo, sin embargo.
ResponderEliminarOle, no pensaba que llegaría tan rápido Thomas... ohhh ya ha recordado algo ella, no me esperaba esto para nada :O Se me hace super curioso que ella instruya al nuevo, es como adorable todo jajaja intentando parecer dura ><
No puedo con lo de las heridas dfsjdfhjkdg que asco, de las infecciones que puede coger, me pongo mala sólo de pensarlo xDDD soy más delicada con esas cosas... parezco una pija total jajajaja Primero he echado la leche que me estaba bebiendo al leer esto: "Tienes cara de haber visto un fantasma en monopatín." y digo ¿Lo del monopatín era necesario? pero luego voy y leo lo de las piedras AJJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJA me has hecho la noche con las dos frases XDDDDD
¿Ha estado ahí antes? WHAT??? :OOOOO
-Se larga pensando...-.