-Entonces
-dije-. ¿Solo tengo que estar con vosotros? ¿Nada más?
-Exacto
-contestó Ken-. Hongbin estará a tu lado, pero a la vez dentro de
tu cabeza. No es tan difícil como parece, así que no pongas esa
cara de preocupación. Mala hierba nunca muere.
-Lo
dirás por ti, ¿no? -sonrió el Djinn. El otro de devolvió la
sonrisa.
-¿Yo?
Si soy un angelito -dijo mi mejor amigo a modo de doble sentido.
Hongbin me miró, serio de pronto-. Jae Hwan, ¿podéis dejarme a
solas con ella? Será un momento.
El
mestizo y los demás asintieron, desplazándose a la tienda de ropa
más cercana. Mi genio me arrinconó contra la pared de ladrillos que
tenía detrás de una forma distinta a la habitual. Pese a que seguía
viendo la calidez en sus pupilas, su expresión invitaba a la
precaución.
-Alice
-me nombró-. Sé que odias las órdenes, pero estas son distintas.
Una vez esté dentro de tu mente, quizá sientas que no puedes
acceder a ciertos recuerdos o pensar con claridad. No te asustes y no
te fuerces, estarías luchando contra mi dominio y ambos saldríamos
perjudicados. También cabe la posibilidad de que Jessica intente
establecer un contacto directo contigo, haciendo lo mismo que voy a
hacer yo. Puedo crear una barrera contra ella y lo interpretará como
que la llave evita que te posean. Pero ahora mismo soy como una hoja.
Si ejerce demasiada presión es posible que se rompa el escudo, por
eso necesito que no la dejes entrar.
-¿Cómo?
¿Cómo lo hago?
-Al
principio te dolerá la cabeza. Cierra los ojos y respirar hondo.
Sabrás cortar los cables de la conexión si te concentras, no te
preocupes.
No
lo veía claro, pero decidí que confiaría en él una vez más.
-De
acuerdo. Estoy preparada.
-Una
última cosa -me alzó la barbilla y me dio uno de esos besos que
quitan el aliento-. En el hipotético caso de que atravesase la
barrera, dale con todo lo que tengas.
Aquello
me desconcertó. ¿De qué manera podía iniciar una pelea en mi
propia mente? Noté su mano en mi cabeza, al tiempo que una ligera
molestia me surcaba la mente. Tras eso, una sensación refrescante se
paseó por todas mis neuronas, aliviándome.
Perdona
por haber sido tan brusco al entrar, se
disculpó sin palabras, mirándome.
-Está
bien. No ha sido tan malo.
No
hace falta que hables. Todo lo que pienses lo oiré y veré.
Alcé
una ceja. Me había inspirado de golpe. Le transmití una imagen que
tenía guardada celosamente en los confines de mis recuerdos.
Ayer
tú también parecías estar disfrutándolo, comenté,
divertida.
Hongbin
retrocedió un paso y no volví a escuchar nada en mi mente. Su cara
era un poema: los ojos de par en par, incrédulos, los labios se
abrían y se cerraban lentamente. Era como si buscase las palabras
adecuadas para decirme y no las encontrase. Cuando habló otra vez,
su voz sonaba avergonzada.
¿Esa
era mi cara cuando...? ¿Cuando tu y yo...?
Sí.
Ha sido un golpe bajo, pero te lo mereces.
La
cara de mi genio volvió a tener la mueca burlona de siempre.
Cuando
todo esto acabe, me aseguraré de que te arrepientas de habérmelo
enseñado. No voy a darte descanso alguno.
Un
extraño calor me llenó el cuerpo hasta más allá del estómago.
No, no era yo. Me lo estaba provocando él. Estaba anulando mi
racionalidad y obligando a una de las mas básicas necesidades
humanas a surgir de mi interior. Si continuaba así, no respondería
de mis actos y estábamos en plena calle, a pleno día. Pero tan
rápido como había llegado se fue. Tragué una gran bocanada de
aire, sintiéndome el rostro al rojo vivo. Hongbin me sujetó de los
hombros para darme algo de estabilidad.
No
juegues con fuego. Hasta las grandes llamas se apagan con el viento,
dijo.
-Eso
ya lo veremos -repliqué en voz alta. Nos separamos al ver que
nuestros amigos volvían. Hyuk me pasó el brazo por los hombros en
ademán amigable.
-Te
veo pálida. ¿Estás bien? -preguntó. Asentí y sacudí la mano,
restándole importancia. Quise decirle que no se preocupase de todas
formas, pero no podía. No lograba decirlo. Miré al Djinn, que se
encogió de hombros e hizo un gesto de culpabilidad. Era el bloqueo
de mente del que me había hablado.
-Estoy
lista -anuncié en su lugar. Tragué saliva-. Vamos a ver qué
pretende conseguir en este encuentro.
***
El
lugar designado no era otro que un solar rodeado de viejas fábricas
recubiertas de latón. En un extremo del lugar podía leerse un
cartel que ponía “En construcción, centro comercial”. No había
nada en especial en el lugar, a excepción de cuatro flores que a
penas podían crecer en el yermo terreno. Una figura aguardaba
paciente en el centro, un cuerpo menudo vestido con una única pieza
atigrada y altos tacones negros. Tenía el rostro sereno, casi
burlón. No era alguien que tuviese algo que temer.
Entrelacé
los dedos con los de Hongbin y sentí la necesidad de esconderme un
poco más. Éste me dio un ligero apretón en señal de tranquilidad.
Sabe
que estamos aquí, juega a la ignorancia, comentó,
no
tiene prisa.
Me
obligué a mantenerme erguida. Nos detuvimos delante de ella a una
distancia prudencial. Ken y Leo avanzaron un poco, lo suficiente como
para cubrirnos en caso de peligro mientras que Hyuk se mantenía
detrás, dispuesto a cogerme si las cosas se ponían feas. Un ligero
tic se apoderó de mi labio inferior, el único signo de nerviosismo
que lograba exteriorizar. Y es que estaba asustada, terriblemente
asustada. Jessica dejó de mirar el cielo y centró su atención en
nosotros. Una media sonrisa le curvó la sonrosada boca. La
suficiencia que denotaba no era otra que la de alguien que ya había
ganado.
-Buenos
días a todos -dijo-. Me ahorraré las presentaciones. Ya me conocéis
y no soy de hablar demasiado.
-¿Qué
quieres? -inquirió Leo. La genio Dao resopló, su humor había
cambiado de golpe.
-Reforma
la pregunta, querido. ¿Qué “no” quiero? Es muy simple: Exijo
vuestra vida. No quiero que viváis nunca más en este mundo.
Aquello
nos pilló a todos desprevenidos.
-¿Y
la Llave? ¿No querías algo tan poderoso en tus manos? -preguntó
Hyuk, desconcertado.
Jessica
estalló en carcajadas.
-Yo
no soy Hyuna. Ella ansiaba el poder por encima de todo y eso la
corrompió. La utilicé para encontraros. Que la llave estuviese
presente era solo una excusa.
-¿Para
qué? -di un paso adelante-. ¿Para qué nos haces esto?
-Es
mi venganza, estúpida cría. Uno de vosotros cometió un error fatal
en el pasado, y pagaréis todos las consecuencias. Es lo justo.
La
genio mantenía las pupilas clavadas en alguien a mi izquierda. Al
girar la cabeza fruncí el ceño.
-¿Hongbin?
Él
estaba tan desconcertado como los demás.
-Nunca
he sido un santo. He matado a mucha gente que se lo merecía, pero
jamás he acabado con la vida de alguien por puro placer, puedo
jurarlo.
-Mientes
-espetó Jessica-. Mientes. Mientes. Mientes. ¡Mientes! No recuerdas
al rey Alhakén II, ¿verdad?
Hongbin
se tensó. Su aura se hizo más oscura.
-Se
merecía la muerte por encima de cualquier otro. De todas formas, iba
a morir de hemiplejía...
-¡Cállate!
¡Lo mataste sin vacilar un instante!
-¡Destruyó
el futuro de mis dos protegidas! -gritó mi genio, montando en
cólera-. ¡Tu rey dejó entrar a Hyuna y a su ejército en nuestra
ciudad y la arrasó! ¿Qué le había prometido? ¿Oro? ¿Joyas?
Cualquier cosa que su codiciosa persona pudiese desear, sin duda. Así
son los reyes árabes.
Las
mejillas de ella se colorearon de rojo escarlata. Fue a decir algo,
sin embargo, optó por el voto de silencio. Chasqueó los dedos y al
instante dos figuras se materializaron a su lado.
-Son
genios Dao -explicó Ken con un hilo de voz-. Jessica está dispuesta
a librar una guerra de verdad.
Reprimí
un chillido. Eran tres genios contra mis amigos, uno del agua, un
semi-demonio y un genio que a duras penas podía mantenerse en pie.
Hyuk no era rival para ellos y mucho menos yo. Jessica palmeó en el
aire.
-Que
comience la carnicería.
Hyuk
me sostuvo de un brazo mientras Hongbin tiraba de mi hacia atrás.
Una barrera cristalina envolvió a los presentes, protegiéndonos de
las avalanchas de arena que los recién aparecidos genios nos
enviaban. Leo nos echó un vistazo, tal vez para comprobar que todo
iba bien, sus ojos azules resplandeciendo como gotas en el mar.
-Olvidáis
-comentó a los otros-, que soy el genio más poderoso sobre la
tierra.
-Oh,
lo sabemos -contestó Jessica-. Pero hasta alguien tan poderoso tiene
sus limitaciones. Y tres contra uno es limitación suficiente.
Los
Dao centraron sus ataques hacia mi mejor amigo, que puso una mueca.
Sus pies resbalaban, dejando surcos en el suelo. En un momento dado,
la fuerza menguó.
-¿Tres
contra uno? Me temo que son tres contra dos -la voz de Ken en las
alturas llamó la atención. Un ser dejó caer todo su peso sobre uno
de los genios, al que aplastó en una marea de plumas blancas. El Dao
afectado se convirtió en polvo al instante-. Perdón. Dos contra
dos. Las matemáticas nunca fueron mi fuerte.
Jessica
no se inmutó. En cambio, me miró fijamente a los ojos.
-¿Aún
creéis que podéis ganar? -sus pupilas parecían tragarse las mías-.
Yo no lo creo.
Alice,
¡mantente alerta!
Intenté
desviar la vista al suelo, pero me tenía atrapada. El mundo empezó
a enloquecer en miles de colores, algunos reconocibles, otros, no los
había visto en mi vida. Una sombra grisácea enteló mi mirada, que
fue oscureciendo gradualmente.
Alice,
por lo que mas quieras, ¡expúlsala!
No
puedo...
Alice...
ven. Sucumbe a las sombras de tu mente.
Aquella
voz no era de Hongbin. Sin embargo, no pude hacer nada. Sentí mi
cuerpo chocar contra el suelo y mi consciencia se elevó a los
niveles más recónditos de mi mente.
***
Parpadeé
varias veces para acostumbrarme a la negrura. Ya había estado aquí
antes, cuando Jae Hwan me devolvió los recuerdos. Un lugar cálido
aunque vacío.
-Alice.
Me
di la vuelta, Hongbin se aproximaba. Una expresión de miedo se
dibujó en su cara al mismo tiempo que me abrazaba fuerte contra él.
-No
pasa nada. Todo saldrá bien. No dejaré que te haga daño.
No
era un abrazo físico. Era como si mi mente fuese embargada por la
calidez de la de mi genio en aquellas figuras ficticias. Me di la
vuelta. A lo lejos contemplé una especie de reflejo flotando en ese
mar de negrura. Sentí la necesidad de separarme de Hongbin y de
descubrir por qué había un espejo en mi cabeza. Noté unos dedos
entrelazarse con los míos.
-Voy
detrás de ti -murmuró. Tardé algunos minutos en descubrir por qué
actuaba así. Estábamos dentro de mi mente, y el solo era un
huésped. Quizás si se alejaba, Jessica acabaría jugando con él.
Fuimos caminando -flotando- hasta el gran cristal que nos devolvió
cada parpadeo, cada respiración y cada movimiento de nuestra parte.
Tragué saliva e intenté no gritar cuando la genio Dao se
materializó al otro lado de la superficie, como una ilusión.
-Bravo
-exclamó-.
Has
conseguido encerrarme en los niveles inferiores de tu cabeza.
Brillante, lo reconozco. Creí que el poder se debía a la posesión
de la Llave, pero me equivocaba -miró
al Djinn-. Tenías
un inquilino dentro. Dime, ¿qué se siente al notar cada pensamiento
dirigido a ti? ¿Sientes... amor? ¿Puede que vergüenza?
-¿De
qué habla, Hongbin? -tartamudeé. Mi genio frunció los labios.
-Hay
cosas que no se pueden esconder, Ali. Puede que no perciba o no
quiera percibir tus pensamientos, pero los sentimientos llenan todos
los niveles. Es imposible evitarlo.
-Notarás
cómo se le acelera el pulso cada vez que te ve, ¿verdad? Esos ojos
que te miraban sinceros y llenos de cariño cuando se entregaba a ti
hace dos noches...
-Cállate
-ordené, pero hizo caso omiso.
-Pobre
humana. Los genios no sienten de la misma forma que vosotros. Cuando
seas una anciana y te observe, ¿qué crees que verá? ¿Seguirá
viendo a su pequeña adolescente valiente de la que se enamoró
locamente? ¿De veras supones que querrá amarte cuando hayas
alcanzado la tercera edad y apenas puedas moverte? No, niña. Se irá.
-No
sabes nada -Hongbin parecía cada vez más enfadado.
-Se
lo suficiente.
-Entonces
la muerte del rey árabe no significó demasiado para ti
-contraataqué. Jessica sonrió.
-Continúa
intentándolo. Cuanto más tiempo pasa, más rápido llego a las
profundidades de tu mente. Pronto te destruiré.
-No,
no lo harás -levanté el puño y lo descargué en el espejo. Los
cristales saltaron por doquier, quedando suspendidos en la nada-. Se
acabó.
-Sí.
Se acabó -repitió
la genio.
Un
gran punto de luz emergió del centro de lo que quedaba de espejo.
Era tan brillante que quedé cegada. Solo sé que sentí un empujón
a un lado y que alguien soltaba un grito ahogado. Mis ojos pronto
volvieron a la normalidad, y lo que vi me obligó a soltar un
chillido de dolor. El pecho de Hongbin fue perforado por la luz.
Temblando, sus pupilas hicieron contacto con las mías; sus labios
formularon unas palabras que eran solo para mí. Y mi genio se
desvaneció en una explosión de hojas verde y caobas.
-¡¡¡NO!!!
-vociferé. Corrí al lugar donde había desaparecido, pero no había
nada. Me llevé las manos a la cabeza. No podía estar pasando. Era
una pesadilla, seguro.
-Tan
predecible... -se jactó la genio Dao. Ahora se encontraba delante
mío en todo su esplendor-. Era
taaan
predecible...
-¡Malnacida!
-espeté-. ¡¿Qué le has hecho?!
-Devolverlo
a donde debería estar. En una tumba.
Con
un alarido me abalancé sobre ella, ofuscada por la rabia. La agarré
del cuelo y la zarandeé. La genio gritó, sorprendida. Trató de
apartarme las manos, pero me las ingenié para golpearla una y otra
vez.
-¡Es
mi mente, zorra! -proferí-. En mi mente se hace lo que YO quiero. ¡Y
YO
quiero que MUERAS!
Sin
pensarlo le tapé los ojos y apreté: Un brillo blanquinoso surgió
de mis palmas. La voz de Jessica quedó sofocada y sin más,
desapareció, aunque no lo hizo como lo había hecho Hongbin. Se
formó un gran tornado de arena que fue calmándose segundo a segundo
hasta lograr ser un montón de tierra. Me quedé allí, muy quieta,
intentando convencerme de que nadie había resultado herido hasta que
un espiral de color me trajo de vuelta a la vida real.
Y
la realidad me golpeó como una maza. Leo me sacudía enérgicamente,
forzándome a volver en mí. Lo que no sabía era que yo ya había
regresado. Pero mis ojos no eran capaces de despegarse de la figura
de mi genio, inmóvil sobre el suelo. Hyuk lo sostenía de la cabeza.
Al parecer lo había recogido antes de que cayese. Ken le tomó el
pulso: casi al momento, negó repetidas veces.
-Lo
siento Ali... -agachó la cara, afligido-. Lo siento tanto...
No.
No era cierto. Nadie podía sentirlo más que yo. Me acerqué a
gatas, aún conmocionada por lo que veía. Acaricié su mejilla,
ahora más fría que de costumbre. Su piel había tomado un color
blanco ceniza, y su cuerpo estaba totalmente lleno de negras grietas
intrínsecas. Tenía los párpados cerrados. Casi... casi parecía
estar durmiendo.
No
lloré. Era incapaz de hacerlo. Mis lagrimales estaban secos y mi
iris había perdido su brillo natural. Parpadeé a la espera de que
Hongbin se alzase y sonriese diciendo que había sido una broma.
“Cuando
dije “el mas leve roce” no me refería a un roce físico. Lo que
puede matarme es un roce elemental, el poder mágico de otro genio.”
Sus
palabras cobraban sentido. Estaba muerto. Hongbin había muerto por
protegerme de Jessica. Él sabía de su debilidad frente a los
ataques sobrenaturales, y aún así...
Levanté
la cabeza en busca de la Dao. La vi allí tendida como una muñeca de
porcelana. Sus cuencas, negruzcas, radiaban un espeso humo oscuro.
Había acabado con ella, sin embargo no me importaba. Nada importaba
ya. Los otros genios tampoco se encontraban allí.
-El
otro ha escapado. Muerto el contratista, roto el contrato -susurró
Taekwoon, leyéndome los pensamientos. Mi interés era nulo. El mundo
podía irse al infierno en ese momento, y mi indiferencia hubiese
sido la misma. Le toqué los labios al Djinn con la yema de mi dedo
indice, luego lo desplacé a la frente, donde aparté algunos
mechones pegados.
-Ali...
-gimió Jae Hwan. Me había visto triste innumerables ocasiones, no
obstante, “tristeza” no era el termino adecuado y mi mejor amigo
no lograba hallar las palabras adientes-. Alice, escúchame.
Hongbin... Hongbin estará bien. No ha ido al infierno, lo que es
algo bueno. Hakyeon velará por él, estoy seguro. Únicamente...
Alice, por favor -sollozó, oprimiéndome el alma más aún-, no
soporto verte así.
-¿Esperas
risas y saltos de júbilo? -intervino Hyuk, abatido-. Hongbin no era
santo de mi devoción, pero me perdonó pese a haber puesto en
peligro a Alice... me dio un techo donde vivir y me alimentó.
Cayendo
en lo tópico, una tormenta descargó sobre la ciudad litros y litros
de agua por metro cuadrado. Las calles fueron inundadas en cuestión
de minutos, los coches circulaban a marchas forzadas. Tal era la
magnitud del poder de Leo, quien lloraba sin llorar.
El
silencio reinó sobre nosotros, vacío y frío igual que las gotas
que nos mojaban. Me quité la chaqueta y la tendí sobre mi genio.
Después me levanté.
-Ken.
Necesito que abras la puerta del cielo.
Mi
amigo me miró fijamente.
-¿Perdón?
-Abre
la
puerta del cielo.
-Alice,
es inútil. No se puede ir reviviendo a la gente por puro egoísmo.
Para abrirla debería utilizar mucho poder, sin contar que no podrías
pasar viva.
Además, ¿qué harías una vez allí? ¿Buscar a N y suplicarle? Te
desconectará la mente de tu cuerpo en menos de lo que dura un
suspiro y no volverías a... ¡por los ángeles! -clamó horrorizado,
examinándome-. ¿Estarías dispuesta a no volver?
-Tengo
que hacerlo o morir en el intento -le contesté-. El me salvó de la
muerte. Por mínimas que sean las posibilidades...
-No
-se opuso Leo-. No lo harás.
Alcé
la barbilla.
-Sí.
¿Vas a impedírmelo, Taek woon? ¿Me borrarás la memoria otra vez?
Pensé que serías más inteligente que eso.
-Yo
también te creía inteligente -sus ojos gélidos no mostraban
compasión alguna, pero en algún rincón de ellos divisé una sombra
de temor y angustia-. No quiero perderte, Al.
-Lo
lamento, Leo -me giré hacia el semi-demonio-. Jae Hwan. Te lo
imploro.
-No
sé...
-¿Sabes
lo que me dijo, antes de morir? Dijo “Te quiero. Estarás bien”.
Podría haber dicho muchas cosas pero dijo esas palabras. No puedo
dejarle ir, por que no voy a estar bien.
Mi
mejor amigo se frotó las manos, nervioso. Lo estaba pensando,
calculaba las probabilidades de éxito.
-No
hay garantía de que vuelvas, Ali... -repitió. Respiré hondo.
-Aceptaré
mi castigo si así fuese.
Ken
resopló, consternado.
-De
acuerdo. Voy a arrepentirme de ésto.
Ya estoy aquí, tarde pero como dice el dicho: mejor tarde que nunca XDDDD
ResponderEliminarTe voy a comentar diferente, leo un poco y comento, leo otro trozo y bajo a escribir lo que me produce la escena, ¿vale? Allá vamos...
El tonteo del principio me ha encantado, relaja la tensión de primeras y te va preparando, me ha molado, bien bien.
Por un lapsus muy corto de tiempo me ha venido la imagen de Leo y Jessica juntos ¡juntos! JAJAJJAJJA dios, que pareja harían, me meo cuando me voy por los Cerros de Úbeda, ay que me da xDDD
Hostia, lo del rey no me lo esperaba, ahora lo entiendo todo, está que se sube por las paredes la loca esa y buah, el golpe de Ken al principio de la pelea ha quedado super épico, este capítulo me está molando especialmente por la acción jujuju
Lo de la mente me ha recordado a la última parte de mi oneshot de El color de las rosas, el que alguien se apodere de tu cabeza, que cree espacios inexistentes... como Hakyeon en la mente de Ken en mi historia *^* la verdad es que todo lo que abarque mente y derivados me chifla, en serio...
Alaaaaa, cuando se lo ha cargado me ha dado el bajón... :C pero luego le ha dado la vena y zasca, se ha cargado a la otra jajajaja y bueno, lo de las puertas del cielo ya me ha dejado más conforme, quería matar a alguien xDDDDD
Y te pongo comentarios largos porque sé que te gustan, porque así te analizo todo lo que me hace sentir el capítulo, que para un escritor es lo más importante, la crítica constructiva -tenía que aclararlo xDDDDD-.
Ahora cambio y corto -se larga batiendo sus alas- looool
Si te cansan mis comentarios kilométricos házmelo saber que yo me adapto a lo que quieras, ya lo sabes, no hay ningún problema :3 y buenas noches, que a estas horas no furulo como debería JAJAJAJA
EliminarCreo que jamás podria cansarme de los comentarios largos: ')))))) omg y de verdad agradezco el tochaco, tienes razon, es locmas importante para un autor ewe en fin, yo es que no se que comentarte porque lo has dicho todo y es genial *------* ahora sé que voy mejorando en tramas o al menos al escribir y que transmito lo que quiero transmitir.
EliminarNo te hagas muchas ilusiones, sabes que puedo matar a todo dios aun, sin parpadear jo jo jooooo.....
En fin graciaaaaaaas!!