Cerré los ojos un segundo y por
décima vez, me dejé embargar por el silencio que me invade. Estaba en un viejo
y gigantesco garaje de paredes de chapa, como esos que salen en las pelis de
policías, sentada en un desgastado tractor que, por su aspecto, parecía
olvidado para siempre por su dueño.
Miré los faros delanteros,
creyendo ver en ellos un atisbo de tristeza y soledad y en consecuencia se me
revolvió el estómago. ¿Pensará Ken que lo hemos abandonado? ¿O por el
contrario, sabrá que estamos haciendo todo lo posible por rescatarlo? Aunque el
peor de mis miedos es que lo sepa, pero le dé igual.
Fruncí el ceño, preocupada. Me da
la impresión de que cada vez nos alejamos más de nuestro objetivo y eso es algo
que me incomoda y me pone nerviosa. Observé sin interés el amplio recinto
oscurecido por la noche pero tenuemente iluminado por unas lámparas colgantes
de luces amarillentas. Me habían dicho que los esperara allí ante mi negativa
de quedarme sin hacer nada en casa. Ahora que lo pensaba, ¿qué podía hacer yo
en un juego de titanes siendo solo un minúsculo insecto ante sus ojos?
Desplacé la vista hasta la silla
posicionada en el radio luminoso de una de las lámparas. Una silla que, muy
pronto, ocuparía alguien a quien habían ido a buscar los dos genios. Nunca
preguntaré de cual fuente sacan su información porque tengo el presentimiento
de que la respuesta no me gustará.
Hacía fresco, y di gracias al
haber pensado en traer una chaqueta de más. Estaba a punto de
abrochármela, cuando la puerta del garaje se abrió sonoramente y una figura se lanzó a
gran velocidad contra el suelo hasta quedar casi bajo mis pies. Al momento
entraron Hongbin y Leo. Adiviné que éste último había sido el que había lanzado al
individuo con vehemencia y sin cuidado. Ambos parecían serenos, pero solo en
apariencia.
Cuando la persona delante de mí
se levantó, reprimí una exclamación de sorpresa. Era joven, no debía tener más de
dieciocho años. Facciones angulosas, pómulos salidos y una fea herida en la
ceja. Como respondiendo a mi pregunta silenciosa, Hongbin me contestó:
-No se estaba quieto, y he tenido
que utilizar mis habilidades.
Con habilidades, se refería
precisamente a sus puños. Puse los ojos en blanco a modo de contestación. El
muchacho miró el lugar, perturbado, hasta clavar los ojos en mí. Se dio cuenta
de que había otra persona más en la sala. Por eso, se escabulló hasta quedar
escondido detrás. Pensé que me pillaría de rehén o algo por el estilo, pero
simplemente se agarró de mi chaqueta, temblando violentamente.
Es solo un niño.
-Hongbin. Leo. ¿Qué habéis hecho?
Es solo…
-Apártate de él –ordenó Taekwoon,
tenso. Estaba esperando alguna reacción malintencionada por parte del chico que
escondía, sobretodo, la cabeza en mis omóplatos.
-No es humano, Alice –le apoyó mi
genio por vez primera, cosa que me sorprendió-. Es un Nefilim.
Pese a lo colegas que parecían
ser, sabía que por dentro están deseando patear algún trasero. Y no solo el del
Nefil. Me giré lentamente a la cabeza rubia, lo único que llegué a ver. Siendo
un ser tan fuerte como él, ¿por qué se ocultaba de esa manera?
-¿Cómo te llamas? –pregunté. No
esperé que me contestara, pero lo hizo igualmente.
-SangHyuk –y luego corrigió-.
Hyuk.
Unos nudillos crujieron
dolorosamente, notando la impaciencia de los dos seres sobrenaturales. Lo conduje
a la silla, diciéndole que no pasaría nada, pero en mi voz advertí un timbre de
indecisión. Ni siquiera yo sabía lo que tenían planeado para él.
-Empecemos, pues –habló el Djinn,
acercándose. Colocó las manos en el reposabrazos de la silla, mirando directamente
al Nefil-. ¿Qué sabes de Hyuna, Jessica y un medio ángel llamado Ken?
-Nada –contestó, temeroso.
Hongbin se levantó, medio caminando medio flotando y se dio la vuelta.
-Dicen que si le arrancas las
uñas a un Nefil, no le vuelven a crecer nunca jamás. Es la única parte de los
de tu especie que no se regenera sola. ¿Deberíamos comprobarlo? Ya veo que no
tienes curiosidad. Voy a reformularte la pregunta. ¿Qué sabes de Hyuna,
Jessica, Ken y la llave del infierno?
Hyuk se mordió el labio,
vacilante. Sabe algo, pero no quiere soltar prenda. Tras unos segundos de
calma, el Nefil alzó los ojos con más decisión que antes.
-Yo no sé nada.
¡Plas! Un sonoro bofetón marcó la blanca cara de SangHyuk, que se
quedó atónito. No fue Hongbin, si no Leo el que le golpeó el rostro con la
palma abierta. El Marid lo aferró de la camisa y tiró hasta casi ponerlo en
pie. Un crujido por parte de la tela me dijo que el Nefil no podía sostenerse
sobre nada y la camiseta se iba rajando poco a poco.
-Escúchame, idiota –siseó Taekwoon,
con una voz tan cargada de odio que se me heló la sangre-. Dinos donde está Jae
Hwan en estos momentos. La Efreet nos dijo que se encontraba en una cárcel,
pero en el centro de la ciudad hay aproximadamente cuatro diferentes. No
podemos darnos el lujo de ser descubiertos a la primera, porque sabemos
perfectamente que la Genio no es tonta.
-Habrá apostado centinelas
Nefilim en cada rincón. No suponen un peligro para nosotros, pero si dan la
alarma, se pueden cargar al mestizo sin miramientos –señaló Hongbin. Aquello me
sentó como una jarra de agua fría. Si los Nefil los presienten, game over. Si
tardamos, el resultado será el mismo. Hagamos lo que hagamos, perdemos. A menos
que…
-Cambiemos de pregunta –dijo el
Djinn-. ¿Por qué le preparasteis una emboscada al Marid?
Hyuk miró a Leo largamente,
tragando saliva. Éste lo soltó pero no se apartó demasiado.
-Ya os dije antes que yo no
estaba allí para hacer eso. Mis motivos eran otros.
-¿Como cuáles? –pregunté yo,
curiosa. No había hablado en todo el rato, pero necesitaba despegar los labios.
El Nefil ladeó la cabeza en mi dirección.
-Buscaba algo. Un mensaje
–concluyó.
-¿Mensaje? –inquirimos los tres a
la vez. Hyuk asintió.
-Me he infiltrado en territorio
enemigo para sacar información, ganándome la confianza de la Efreet. Lee Jae
Hwan y yo nos hemos visto varias veces y nos conocemos de muchas más. La
última, me dijo que recogiera un mensaje que debía entregarle la próxima vez
que lo viera, fuera la situación que fuera. Dijo que era una llamada a… -se
calló-. No importa.
-Oh, sí que importa –aseguró
Hongbin, amenazante-. ¿Qué mensaje? ¿Qué llamada?
-Jae Hwan me hizo jurar que no se
lo diría a nadie. Ni siquiera al Marid. Pero por el contrario me pidió que si
le pasaba algo, dijera a sus amigos –pronunció “amigos” de forma despectiva-
que protegierais a la chica. Si ella abre la puerta del Infierno, estamos
perdidos.
No me lo podía creer. ¿Ken sabía
que lo cazarían? ¿Cómo?
-Es absurdo –dije, sacudiendo la
cabeza-. ¿Cómo voy a abrir la puerta de infierno si no tengo una llave? No
puedo meter el dedo en una cerradura y…
Me detuve, porque de pronto lo
entendía todo. Y por las caras de mis compañeros, ellos también. No había llave
física. La llave era yo misma. Y tenían a Ken para chantajearme llegado el momento.
-SangHyuk… Hyuk –dije, poniéndome
de cuclillas a su lado-. Por favor, cuéntanos dónde tienen a nuestro amigo.
El muchacho clavó la vista en mí.
Algo en mi cerebro, un pensamiento, se alzó imponiéndose por encima del resto.
Un número de calle, una puerta trasera. Un pasillo solitario la seguían y
finalmente, un corredizo de celdas con barrotes de metal. Idéntico a mí sueño.
-Alice –me nombró Hongbin-. Eh.
Te has quedado embobada.
Volví a la realidad, como si me
hubieran velado los ojos momentáneamente. Me levanté demasiado deprisa, pero ya
era consciente de lo que debía saber. Hyuk y yo nos intercambiamos una mirada
de complicidad, dándole a entender que lo había captado. Aun así, en mi mente
resonaron unas frases claras y concisas “No
vayas, pese a que te lo he enseñado. Es un gran laberinto de muerte. Jae Hwan
quería, por encima de todo, que estuvieras a salvo. Si vas, significará que su
sacrificio no ha servido para nada. Le habrás defraudado”.
-“Entonces, ¿para qué me lo has enseñado?” –Pienso, confusa y con
el corazón en un puño. No estaba al corriente de que los Nefilim tuvieran la
capacidad de comunicarse telepáticamente-. “Puedes
notar que su vida se apaga, ¿verdad? Es mi amigo, y tú sabes que nadie más
puede entrar en ese lugar salvo yo. Porque no soy un ser sobrenatural y nadie
repararía en mi presencia. Él te importa, no puedes negarlo.”
Vi que se encogía de hombros, un
gesto que todos advertimos pero solo yo sabía a quién iba dirigido.
-“Ha sido mi amigo durante bastantes décadas. Me ayudó cuando estaba
perdido, haciéndome ver que no era un monstruo. Los que son como yo, suelen
acabar de delincuentes y la policía con expediente abierto por que no pueden
encontrar una explicación lógica a lo que sucede. Solo yo tengo dos dedos de
frente. Y se lo debo a Jae Hwan.”
Saber que Ken ha tendido su mano
a alguien como Hyuk, me produjo un sentimiento de orgullo por mi mejor amigo. Es
un alocado, a veces se comporta como un imbécil de campeonato, pero en el fondo
es un trozo de pan. Igual que el Nefil.
-“Sé dónde me envías. Pero necesito a alguien lo bastante fuerte para
echarme un cable si no puedo sacar sola a Ken.”
-“Quieres que te acompañe
porque mi presencia es igual que la de los demás Nefilim”, no es una
pregunta, y espero a que prosiga, “De
acuerdo. Pero tienes que sacarme de aquí. Tus amigos me dan miedo.”
Si tenía alguna duda de su temor
por los genios, después de la conversación telepática me quedó bastante claro.
Prefería adentrarse en las entrañas del peligro antes que seguir viéndoles la
cara de cabreados.
***
-No puede quedarse en mi casa
–negó Hongbin, de brazos cruzados. Estábamos fuera del garaje que hacía las
veces de almacén, y Leo sujetaba a Hyuk por la nuca para evitar que escapara.
Yo, por el contrario, tomaba sin demasiada presión el brazo del Nefil y de vez
en cuando le daba un apretón en el hombro para infundirle valor,
contrarrestando la presencia del Marid. Este cambió de peso, aburrido.
-Hasta que averigüemos donde
esconden a Jae Hwan –dijo. Su tono no admitía réplica.
-Puede alojarse en mi casa –intervine.
Los tres me miraron como si me hubiera vuelto loca.
-Fingiré que no te he oído –comentó
Leo. Le di un golpe en el pecho que no tuvo ningún efecto, ni varió su
inescrutable expresión. Me giré hacia Hongbin.
-Solamente debéis hacerles
algunos trucos mentales a mis padres y creerán que Hyuk es un miembro más de la
familia. No serán demasiados días, lo prometo. Hasta que sepamos…
-No es de ti de quien
desconfiamos –explicó el Djinn, acercándose a mí-. Si no de él. ¿Estás segura
de que podemos fiarnos?
Asentí efusivamente. Nunca he
estado más segura de algo.
-¡Qué se le va a hacer! –Exclamó mi
genio-. Haremos turnos y os mantendremos vigilados. Si haces cualquier
movimiento sospechoso –se dirigió al chico- morir no será la mayor de tus
preocupaciones.
El ultimátum caló en el Nefil,
cuya rigidez era patente. Nos encaminamos hacia mi casa. Mi mejor amigo hizo
que dejara el brazo del muchacho y ambos se adelantaron por el camino hacia la
casa, que se veía ya cercana.
-Alice –me llamó Hongbin-.
Necesito hablar contigo.
Di la vuelta sobre mis talones
para mirarlo a la cara. Me dio la impresión que había crecido, o yo me había
vuelto más pequeña en comparación. Lo cierto es que intimidaba bastante, pero a
la vez era reconfortante que estuviese conmigo. Sin embargo, sus ojos tenían un
aire cansado. O quizás era ansiedad. No podía saberlo del cierto.
-Te diría que tuvieras cuidado
con el Nefilim, pero supongo que eres suficientemente inteligente para que
nadie te diga nada –dijo.
-Supones bien –respondí. Una de
mis manos se desplazó hasta su mejilla, en busca de algo que solo podría darme
inclinándose. El Djinn no se quedó atrás y pronto volví a disfrutar de sus
suaves labios contra los míos. El beso se profundizó, y mi labio inferior fue
atrapado por su boca. Ese gesto era simplemente sensual. Me costó horrores no
deshacerme en aquel momento, y por si fuera poco, Hongbin me sujetó de la
cintura contra su figura. No fui yo quien detuvo el arrebato pasional que nos absorbía,
si no él mismo. Cuando se separó, solté un gemido de contrariedad. Mi genio
sonrió, travieso.
-Ya habrá tiempo para nosotros –reveló.
Me ardía la cara, y mi corazón latía desenfrenado. Sus brillantes pupilas
emitían un brillo especial, reflejando el sentimiento de deseo febril que difícilmente
contenía-. Espero que cuando te vayas a dormir, pienses en mí tanto como yo en
ti.
No podría evitar hacerlo ni
queriendo. Una punzada de culpa me recorrió y apreté los dientes. Me decía
esas cosas cuando yo estaba a punto de traicionar su cariño y confianza. No era
merecedora de su afecto.
Ooooh la alianza fantasma entre Hyuk y Alice... Interesante. Aunque Hyuk me da mucha penita, me da la sensación de que es un niño abandonado el cual ha perdido al único amigo que tenía que era Ken... y encima lo responsabilizan de todo xd.
ResponderEliminarY nada más que decir, solo que Hongbin es un pervertido jajaja No, es bromi. Me encanta <3
Oooh de verdad me da un poco de lástima poca historia que sabemos de Hyuk!!!!
ResponderEliminarTiene suerte de que Alice confie en el y al menos alguien le podra dar un poco de cariño por que le hace falta.
Y mas estando con Hongbin y Leo que son demasiado violetos con Hyuk jajaja
Y por cierto el beso aiiix el beso que bonito no se como te lo haces pero lo explicas tan bien estas partes que siempre me las acabo imaginando jajajajaja ♡♡♡
Este lo leí el otro día pero no te había podido comentar fvifjffjghjhcg pero lo he vuelto a leer para comentar más acorde y fiel a lo que he leído ^^
ResponderEliminarOtro beso... y a mí se me desconecta el cerebro de una manera jajajaja es que es imaginad los labios de Hongbin dando un beso y... -ok, céntrate Laura-
Por otra parte... a Leo -.- le daría un capón por pegar al pobre Hyuk... lo tenían tan acojonado que no ha hablado por ellos dos xD menos mal que telepáticamente Alice le ha podido calmar y sacar información lol.
Espero que rescaten a Ken ya aunque el cabezón no quiera, por mucho que se haga el héroe debe ser salvado -más que nada por los feeling de tus lectoras jajajajajajaja-
Hablando del capítulo esquemáticamente está genial como siempre pero hoy he visto algo que no has hecho nunca en los otros, quizás tenías prisa al principio y después te has relajado tanto que te ha ido saliendo perfecto sin embargo en el principio narras en pasado y algunas palabras están en presente, es al empezar nada más.
Por lo demás perfecto y con inmensas ganas de que sigas con la historia de este genio debora vergüenzas y dignidad -lo digo por lo que me hace decir jajajajajaja-