-Todo bien por ahí, ¿cariño? –Dijo
la aniñada voz de Kyung Hee a través del teléfono-. ¿Te han dado problemas mis
mascotas?
Aunque no la veía, negó con la
cabeza.
-No. Bueno, sí. Al principio. N
intentó matarme en cuanto me acerqué, pero como castigo lancé el muñeco contra
las paredes. En el fondo, es divertido –mintió. Hongbin se tapó la boca para
contener la risa, sabiendo lo que tramaba Hye Rin.
-¿Y qué me dices de mi fierecilla
enloquecida, Ravi? Me dio muchos problemas, y aún sigue arrojándose contra el
cristal.
Se desplazó hasta la jaula del
nombrado, que atento a cualquier movimiento, la observaba extrañamente sereno.
Sus ojos en cruz se quedaron mirando los dedos que había apoyado en el cristal.
-Oh, él continua tan indomable
como siempre –Hye Rin le hizo una señal a Ravi y éste se estampó dos veces
contra el vidrio, que crujió quejosamente. La chica asintió y esperó.
-¿Eso ha sido mi mascotilla?
–inquirió la rubia, entusiasmada.
-Sí. Acabo de pasar por delante
de él. ¿Estás segura de que el cristal detendrá los golpes? Tengo miedo de que
se rompa.
Kyung Hee rio de forma
espeluznante.
-No, no hay ningún riesgo.
Mientras mi magia actúe, es imposible siquiera hacer un rasguño en la
superficie.
-Entiendo…
A cada palabra, la chica estaba más
segura de que debía acabar con su pariente. Tragó saliva y fue a ver a Ken.
-Hye Rin. ¿Puedo pedirte un
favor? –le dijo la otra.
-¿Qué clase de favor?
-Apuñala el muñeco. Necesito
oírlos chillar… Hace más de tres semanas que sigo aquí, así que es lo mínimo
que puedo pedir. ¿Lo harás por mí, verdad? –pidió, con su voz de falsa
inocente. A la pelirroja no le podía disgustar más esa mujer.
-Por supuesto –dio un rápido
vistazo a su alrededor, advirtiéndolos con los ojos. Sujetó el muñeco y le hizo
cosquillas. Los chicos, comenzaron a gritar tan alto como podían, como si
realmente el dolor calara en su interior. Volvió a dejar el juguete sobre la
mesa, despacio para que nada repercutiera en ellos. La mujer sonrió.
-¿Te he dicho alguna vez lo que
adoro los gritos de mis pequeñines? –Opinó Kyung Hee-. Tanto dolor… tanto
sufrimiento… es exageradamente excitante.
A Hye Rin se le revolvió el
estómago.
-Soy consciente de ello. Pero,
¿por qué los tienes aquí? ¿Qué propósito hay para conservar estos… -tragó
saliva-…monstruos?
Silencio al otro lado de la
línea.
-No hay un por qué –contestó,
cuando pensaba que no lo haría-. Querida, tengo que dejarte. La abuela ha
fallecido y tengo que atender a la familia. De todas formas, soy la última
persona que la vio viva.
Já.
-Vale. ¿Estás bien?
Menuda pregunta le hacía.
-Sí. Quería mucho a la abuelita,
pero ya era muy mayor –dijo, teatralmente.
Otra vez: JÁ.
-Tengo que dejarte –repitió-. Se
ha derramado mermelada de frambuesa en el suelo, y el perro se la está
comiendo. No es agradable. ¡En una semana vuelvo! ¡Espero que me esperen con
ilusión! Dale recuerdos a mis monstruitos. ¡Adiós!
Colgó sin que la pelirroja
pudiera contestar. ¿Qué sería de ellos cuando Kyung Hee estuviera allí?
***
La rubia lanzó el teléfono lejos,
yendo a parar al sofá. Unas gotas de un pringoso líquido rojo salpicaron la
pantalla del móvil, pero no hizo ruido. Kyung Hee retiró una silla y se sentó,
observando sin demasiado interés el frío palo de acero que portaba en la mano
izquierda. Paseó la vista por el oscurecido salón, donde varias figuras inertes
yacían en el suelo como figurillas de trapo.
-Qué aburrimiento… -dejó escapar,
sin contenerse-. Y pensar que aún debo enterrarlos a todos…
Se levantó caminando hasta la silueta
vacía de una persona mayor. Recorrió con los dedos las arrugas de la anciana,
empapándose de sangre. Los ojos desorbitados de ésta miraban la nada,
aparentemente sin vida.
-Siento haber tenido que romperte
la cabeza, abuelita –dijo, la voz carente de emoción o calidez-. Queríais
conseguir mi casa al precio que fuera. Y no podía dejar que me arrebatarais mis
mascotas. Ni tú, ni nadie.
Se volvió, al tiempo que los
primeros rayos de la luna delataban, a través del inmenso ventanal, una gran
pila de cuerpos dispersos por toda la estancia. Kyung Hee sonrió macabramente y
su risa se elevó junto al sonido de la tormenta que lenta pero inexorable, se
acercaba como una plaga.
***
-Qué asco de mujer –dijo finalmente
N, tras escuchar lo que había dicho la bajita. Hye Rin no pudo estar más de
acuerdo.
-Tengo la sensación de que si le
rompiéramos el cuello y se lo enrolláramos, la maldad que lleva dentro lo
alargaría como una jirafa y no moriría –comentó Hongbin.
-Oye. Lo que acabas de decir no
tiene ningún sentido – manifestó Hyuk, divertido. El otro se encogió de
hombros.
-Para mí lo tiene –protestó.
-Si supierais sobre vuestro
pasado… si lográramos entender como acabasteis aquí… -dijo Hye Rin, más para sí
misma que para los demás.
-¿Quién dice que nadie recuerda? –habló
Leo, de espaldas. Parecía sereno, aunque lo delataba su agarre férreo a las
cuerdas que le mordían la piel. Como tantas otras veces, la muchacha tuvo que
apartar la vista y concentrarse en lo que había dicho.
-¿Qué?
-Yo recuerdo –confesó, en voz
baja-. Siempre lo he recordado.
-¿Cómo puede ser? ¿Por qué no lo
habías dicho antes, Leo? –ella se acercó a la celda, rodeando los barrotes con
las manos y reprimiendo un estremecimiento al sentir el gélido tacto del acero.
Él se aproximó con los ojos brillantes.
-No eras digna de confianza.
-¿Y ahora sí lo soy?
-Puede.
Leo la examinó detenidamente, en
silencio. Si Hye Rin se sintió inquieta, no lo demostró. Aguantó la evaluación
sin parpadear, desafiándolo.
-Es una suerte que no haya
pensado en matarte antes. No nos hubiera sido posible irnos de aquí sin tu
ayuda –comentó él-. Ahora no tengo dudas de tus buenas intenciones.
-¿Cómo estás tan seguro de que
realmente voy a ayudaros? ¿Qué certeza hay de que pueda conseguirlo? –dijo la
pelirroja, desalentada-. Tengo miedo.
-Serías una insensata si no lo
tuvieras. Pero –miró a Ken- lo quieres más de lo que piensas.
Hye Rin enrojeció. Lanzó una
ojeada fugaz al chico y ambos bajaron la cabeza, avergonzados.
-¿Entonces crees que lo hago por
él?
-Lo que yo crea o deje de creer es
irrelevante. Sin embargo, sé del cierto que quisiste liberarnos en cuanto
vistes la débil amenaza que somos, y amar a Ken te hizo más fuerte para
decidir lo que era moralmente correcto. No te avergüences por lo que sientes,
lo comprendo pero no lo comparto. Al menos ya no.
-Tú… ¿estabas enamorado de
alguien?
Las pupilas del hombre despidieron
un suave destello de dolor que hicieron dudar a la chica. Puede que no hubiera
sido la pregunta adecuada.
-Lo siento Leo, yo…
-Taekwoon. Mi nombre real es
Taekwoon. Y sí, estuve enamorado hace mucho tiempo. Pero ella se esfumó como el
humo antes de encontrarme prisionero en éste lugar. Ni siquiera pude decirle
adiós, ni visitar su tumba.
Hye Rin se llevó las manos a la
boca, sorprendida y compungida.
-Lo siento mucho… ¿Cómo… cómo
murió?
Las comisuras del hombre se
curvaron hacia arriba, algo tan inusual que un escalofrío recorrió la espalda
de la muchacha.
-Kyung Hee me encontró. No la
conocía de nada, y sin embargo exigió que la acompañara y olvidara a mi pareja
actual. Obviamente, me negué en rotundo. Es lo único que lamento en ésta vida. Por
mi culpa, ella murió en manos de la chiflada teñida.
-No, no fue culpa tuya. Kyung Hee
apareció sin más y te obligó a decidir. No fue algo de lo que pudieras huir.
Era o tu libertad o tu razón de ser.
-Y me quitó las dos cosas, al
final –apuntó él. Hye Rin no supo qué contestarle. Se giró hacia los demás,
pensativa.
-¿Quién más recuerda? ¿Todos
habéis perdido a alguien por culpa de mi familiar?
-Mi novia –dijo Hongbin. Sus ojos
estaban tan abiertos que parecía rozar la locura-. Mi pobre chica… justo
delante de mí, le clavó un puñal en el pecho. Sangre por todas partes. Sangre
roja y viscosa…
-Mi hermana pequeña –explicó N-.
Solo tenía siete años, entonces. La quemó viva mientras dormía.
-Mi madre… -murmuró Hyuk, al
borde de las lágrimas-. Volvía del instituto… la encontré asfixiada por una
bolsa de plástico. Estaba haciendo galletas, pero se quemaron en el horno.
Horrorizada, Hye Rin paseó la
vista por las celdas de Ken y Ravi.
-¿Y vosotros?
-Sigo sin recuerdos –aseguró el
primero, forzando su mente a trabajar. Ravi negó, de igual forma. Hacía días que
no mostraba hostilidad por las acciones de Hye Rin. Comía con normalidad y de
vez en cuando soltaba alguna palabra que revelaba lo que pensaba. Pero lo que
dijo a continuación los dejó a todos confundidos.
-No debes dejar que sepa que vas
en contra de ella.
-¿Q-qué? ¿Por qué dices…? –tartamudeó
la chica.
-Sencillo. Si lo nota, estás
muerta. No debe saber lo que planeas bajo ningún concepto. Así que lo de pedirle
que nos libere, queda terminantemente prohibido –explicó N.
-Todos… ¿sabíais vuestro pasado
desde el principio?
-No. Conforme los días pasan,
recobramos recuerdos –Hongbin sonrió-. Estoy recuperando incluso la lucidez.
Los poderes de la bruja se debilitan por momentos.
-¡Es estupendo! –Hye Rin
aplaudió, soltando un gritito de júbilo-. ¡Estamos más cerca de nuestro
objetivo!
-Pero si Kyung Hee vuelve… su
poder retornará al estado habitual. Y sin ella aquí, no podremos prepararle una
emboscada. Es la serpiente que se muerde la cola. Hagamos lo que hagamos,
estamos perdidos –expuso el menor.
¿Qué debían hacer, entonces?
Whaaaa que ganas tenia ya de leer el nuevo capítulo leches jajaja.
ResponderEliminarNo se si el capítulo es corto o se me a echo a mo demasiado corto xD.l
A mi la bruja esta de los cojones cada dia me da mas miedo enserio tiene a estos en un sótano que los tortura y les hace sufrir y vete a saber el tiempo que hace que estan allí y La muy CERDA a matado a su abuelita joee a su Abuela!!!!! Solo por la casa una maldita casa vale que es porq tiene a los chicos pero venga mujer que las cosas se hablan antes de llegar a la violencia.
Y enserio me a gustado ver que los chicos gracias a HyeRin estan siento mas amables y que se van acordando de su pasado y confien cada dia mas en ella y vean que pueden ser libres aunque me duele ver como terminaron aqui por culpa de la bruja q mata a quien sea esta tia es peor que el tio de SAW xD
Y espero que consigan ser libres y qie disfruten un poco de la vida aunque hay algo que me dice que la tia loca pillara a HyeRin y sabra sus intenciones.
Me ha encantado el capítulo.
ResponderEliminarEl pasado desgarrador de todos y cada uno. Esa rubia está muy mal de la cabeza y la verdad que desearía ver como Ravi o Hongbin juegan con ella y la despedazan lol ¿demasiado sádica yo? Jajajaja para nada ><
Como siempre, me he enamorado de todos los personajes y de cómo actúan.
Y por la parte mala creo que si lo revisas un poquito verás algún que otro fallito pero nada que no puedas reparar echándole un ojo ^^
Y bueno, amo a Hongbin, -tenía que decirlo- lol y que me encanta, me encanta, me encanta este fic hxhhdhhxshjklgd
Vale, la parte de la loca de los pinchos cargándose a toda la familia, abuela incluida ha sido demasiado heavy xD. Lo de la casa es super banal, ella lo que no quiere es que le quiten a los chicos! Cosa que no me extraña, yo también me los querría quedar xddd
ResponderEliminarLeo, o sea... Why!? Pobrete en serio... Bueno.. Él, Hongbin, Hyuk... Aunque creo que la que más me ha dejado mal es la de N. Ostras, la hermana quemada en la cama... Dios mio.
Del resto, flipo que sigan gritando con las cosquillas xD. Y que vayan recuperando los recuerdos... Muy bien, muy bien. Un capítulo muy completo, completo.
M E G U S T A : D