-Eh. Cuando golpees con el
martillo, procura no perforar la madera antes de conseguir clavar el clavo,
¿quieres? –espetó Gally, de mala gana. Ambos se hallaban ante una gran tabla
vieja. Jane tenía un martillo en una mano que sujetaba a duras penas, y en la
otra un clavo de hierro oxidado y torcido por los repetidos golpes fallidos.
Era la décima vez que la muchacha intentaba terminar, y la décima en la que
casi se machaca los dedos. Jane resopló, exasperada.
-Si me dieras uno más pequeño a
lo mejor podría. Éste cacharro es demasiado grande para mí.
-Discúlpame princesa. La próxima vez le pediremos a la Caja un
martillo más pequeño. Bien acolchado. ¿Deseas una cama rosada y mullida
también? Están muy de moda por éstos lares.
Jane apretó el mango del
utensilio con fuerza. Odiaba su actitud y su manera de tratarla. En realidad,
lo odiaba todo de él. Newt tomó parte en la conversación justo a tiempo de
evitar una desgracia.
-Gally, para ya, foder –ordenó-.
No nos apetece tener un clariano menos.
Gally se carcajeó.
-¡Ni que la pingaja fuera a salir
corriendo al Laberinto por unas pocas malas palabras!
-No lo decía por ella, lo decía
por ti. Si sigues humillándola, acabará buscando un lugar mejor y más fácil
para colocar ese clavo –señaló-. Y ese lugar podría ser tu fuca cabeza.
El constructor la miró,
refunfuñando.
-Me temo que disiento –musitó-.
En fin. Cuando acabes, lleva la tabla al cobertizo y vuelve. Hay una cosa que
necesitamos que hagas. Tenemos problemas.
A Jane le picó la curiosidad al
oírlo.
-¿Qué es?
-Ya lo verás. Tú ve y trae tu
culo flaco aquí cuanto antes.
Un poco desconfiada, la muchacha
fue a dejar la tabla donde se le había dicho, a pesar de no haber terminado su
trabajo. No estaba dispuesta a seguir golpeando en vano. Buscó a Gally hasta
que lo encontró rodeado de los otros constructores y de Newt, que poseía una
expresión de seriedad absoluta. Se aproximó rápidamente. Se percató de que el
chico le sacaba media cabeza y se regocijó al ver que no era tan bajita después
de todo.
-Ten cuidado, ¿de acuerdo?
–recomendó. Jane oteó la escalera de madera situada en el extremo izquierdo de
la Hacienda y ató cabos.
-Precisamos de una persona que
suba algunas tablas al tejado. Últimamente hemos sufrido goteras y no dejan
dormir a los Clarianos. La mitad de nosotros tiene vértigo, mientras que la
otra mitad somos excesivamente grandes para la escalera –explicó Gally.
-¿Y pretendes que yo me suba ahí?
Mírame –se repasó con las manos-. Soy de todo menos poca cosa.
-Eres muy delgada. Lo suficiente.
Así que haz el favor de cumplir.
A regañadientes, caminó a la
escalera y alcanzó un par de peldaños, que crujieron alarmantemente. Jane
estiró los brazos para que un chico de melena rubia se los cargara con las
tablas. Se tambaleó por el peso, pero se mantuvo firme. Venía el trabajo más
difícil: subir. Lo hizo despacio, apoyando las rodillas a modo de soporte ya
que sus brazos no servían. Una gota de sudor le resbaló por la sien,
continuando por su mejilla hasta llegar la barbilla donde se precipitó al
vacío. El esfuerzo ocasionaba que el calor fuera casi insoportable.
-¿Cómo vas por ahí arriba,
verducha? ¿Te ves capaz de llegar hasta arriba? –se mofó Gally. Aquello la
irritó.
-Imbécil… -susurró para sí.
-¿Cómo dices?
Soltó las tablas en el tejado.
Los brazos le parecían mucho más ligeros y un gran alivio la invadió. Dirigió
su vista al constructor, molesta.
-¡Que. Eres. Un. Imbécil!
–deletreó-. ¡Ya tienes tus estúpidas
vigas ahí, así que mueve tu culo gordo y haz el trabajo que te toca!
Las risas llenaron el lugar a la
par que Gally las acallaba con una mirada furtiva. Poderosa por haber motivado
todo aquello, empezó a bajar de la escalera. Se detuvo a la mitad, pues un
fuerte chirrido le decía que algo no iba bien. Se contempló las manos,
firmemente agarradas y luego los pies. No había nada que delatara alguna
anomalía. En el momento en que reanudó su marcha, supo que era demasiado tarde.
El peldaño debajo de ella venció y a duras penas se sostuvo con las extremidades
superiores.
-¡Ayuda! –Chilló, desesperada-.
¡Que alguien me ayude!
-¡Te lo mereces por bocazas!
–dijo alguien, no obstante nadie lo coreó. Por encima de su hombro vio que
ninguno de los constructores se movía. Newt. ¿Dónde estaba Newt? No aguantaría
mucho más allí colgando.
-¡Suéltate, Jane! ¡Suéltate!
–Ordenó la persona que más deseaba ver en aquellos momentos-. ¡Chuck y yo te
recogeremos!
-¡¿Estáis locos?! –Profirió la
muchacha-. ¡Estoy demasiado alta como para que podáis cogerme!
-¡Tú hazlo, foder! ¡Confía en
nosotros, maldita sea!
Aunque hubiese querido seguir
arriba, sus manos no resistieron más. El viento la atacó en el descenso y ansió
gritar, aterrada, pero no salió ni un solo sonido de su garganta. Se preparó
para el impacto, temiendo lo peor. Sin embargo, un entramado de brazos la
aferró fuertemente al final, evitando la colisión. Un par de gruñidos escaparon
de la boca de los chicos mientras la dejaban en el suelo. Jane abrió los ojos,
perpleja. Newt le examinó las manos y la cara, en busca de rozaduras.
-Solo tiene las palmas rojas,
tranquilos. Está entera.
La chica levantó la cabeza en
busca de Chuck, agradecida con su amigo. Pero no era el crío quien había
ayudado, sino Minho. Hasta ese momento, no se había percatado de que el
atardecer caía en el Claro. Localizó al otro corredor, Ben, a solo unos pasos de
ellos, atónito. Faltaría poco más de una hora para que las puertas se cerraran.
-¿Qué hace él aquí? –espetó
Jane-. ¿Cuál es el punto de todo esto?
Newt se mojó los labios antes de
hablar.
-Bueno, Chuck no habría sido
capaz de aguantarte. Mide menos que tú y es más… flojo. Y si desde un principio
te hubiese dicho quién era, seguramente aún te tendríamos ahí arriba negándote
a saltar.
Minho, mordiéndose el labio
inferior les dio la espalda y se largó. Una punzada de culpabilidad hostigó a
la joven, que sacudió la cabeza para deshacerse del sentimiento. Newt le dijo
lo que le rondaba por la cabeza.
-No deberías ser tan dura con él.
El cara fuco es un impulsivo de narices, pero no es mala persona.
-Ya lo veremos –dijo. Caminó
hacia Gally y lo empujó por el pecho con fuerza-. Eres el tío más idiota y
asqueroso que he conocido en toda mi vida. ¿Querías que me rompiera los sesos?
Bien, la próxima vez utiliza a alguien que no sea yo, porque si vuelves a
tomarme el pelo de esta forma, te mataré. ¿Me oyes? ¡Te abriré en canal!
-¡Te escogimos precisamente
porque pensábamos que no te ocurriría nada! –Gritó el constructor-. ¡Si me
sigues insultando, te meteré en el Trullo antes de que cante un gallo!
-¡Inténtalo si te atreves!
-¡Creo que la conversación debe
tocar fondo ya! –Newt se interpuso colocando las manos en los hombros de
ambos-. Gally, vuelve a provocarla y te juro por Alby que serás tú el que acabe
en el Trullo. ¡Jane, para de picarte por todo! Estás arruinando todo buen
concepto que tuviera de ti.
La joven de deshizo de su agarre
con brusquedad. No dijo nada, pero tampoco hacía falta.
***
-Jane… de verdad te digo que
deberías comer algo –aconsejó Chuck-. Mañana te toca con los corredores… y si
no estás al cien por cien, el Laberinto se te hará demasiado grande. Y no, no
lo digo por que seas una chica. A cualquiera le pasaría.
Ella hizo oídos sordos. Siguió
dándole vueltas a la piel que poco a poco iba desprendiéndose del pollo frito.
Apenas había tocado su plato y Chuck ya estaba por acabar.
-No tengo hambre.
-Haz por tener, por favor –le
quitó el tenedor de las manos y pinchó un poco de su ración-. Ya verás que
fácil, di: AH.
La chica ladeó la cabeza con una
mueca divertida pintada en el rostro. El niño se había convertido en la única
persona que le sacaba una sonrisa de verdad.
-¿Estás de broma? Quítame eso de
la cara –dijo, bromeando.
-Bueeeeno, al menos pareces más
animada que antes –dejó el tenedor en la bandeja-. Newt me lo ha contado todo.
-Dirás, que has estado escuchando
a escondidas en nuestro armario, pingajo –insinuó Jeff. Clint se rió y ambos
chocaron los puños, en señal de complicidad. Chuck frunció el ceño.
-Vale, sí, escuché a escondidas.
Pero lo escuché al fin y al cabo. El caso es que… Jane, creo que sería genial
que parases de enfrentarte al mundo con uñas y dientes.
-¿Quién dice que esté haciendo
tal cosa?
Jeff levantó la mano de improviso
y la dirigió hacia la joven, deteniéndose a escasos centímetros. Ella saltó
hacia atrás y se encogió, impresionada.
-Mírate –indicó-. Te asustas por
todo, como si tuvieras miedo de algo.
-O de alguien –añadió Clint. Jane
supo que tenían razón. No estaba segura de por qué, pero se había dedicado a
escapar del contacto de la gente desde su llegada al Claro.
-Tal vez necesite un poco de
ayuda…
-¿Por qué no practicas con Chuck?
–Sugirió el guardián de los Mediqueros-. Él no es un hombre, técnicamente.
Podrías empezar abrazándolo.
-¡EH! –se quejó-. ¡Sin ofender,
cara fucos!
-Acaso es mentira, ¿Chuckie?
-No pero… a ver… argggh, ¡qué más
da! –se levantó rápido-. Venga, Jane. Inténtalo.
-¡¿Aquí?! –protestó, echando un
vistazo a su alrededor-. ¡¿Ahora?!
-No pasará nada. ¡Venga!
Jane imitó al niño. Abrió los
brazos y se acercó a él, insegura. Al principio, cuando Chuck la rodeó por la
cintura, no sintió nada. Conforme cerraba los suyos entorno a su cuello y
hombros experimentó un cálido cambio: tenía ganas de abrazar y tenía miedo a
perderse si no lo hacía. Se apretujó más, temblando ante la nueva sensación.
Tras aproximadamente medio minuto, el joven gimió.
-Jaaaneee…-masculló-. Me
aplastaaaaas…
-Ay, ¡lo siento! –exclamó,
separándose-. Es que…
-Tranquila, estoy bien – fingió,
sobándose la nuca. Arrugó la nariz-. Deberías ducharte, hueles a perros muertos.
Jane se ruborizó.
-No me ha dicho dónde puedo
hacerlo. No es culpa mía.
Jeff y Clint rieron. Fue el
segundo el que habló.
-Tu amigo pingajo te lo enseñará.
Chuck le hizo un breve gesto de
cabeza para que la muchacha lo siguiera a la vez que les lanzaba una mirada
envenenada a los dos clarianos.
***
Las duchas eran un complejo
pequeño y cerrado junto a los lavabos, que parecían de todo menos pulcros. Dejó
las mudas de ropa limpia en un taburete situado en el interior y se volvió
hacia su compañero. Éste tardó un poco en reaccionar.
-¡Oh, oh! Sí, ya me voy, perdona
–profirió una risita nerviosa y salió, cerrando la puerta con llave.
El agua caliente le relajó todos
los músculos del cuerpo. Calmaba poco a poco el ligero escozor de las grietas
en la piel de las manos y el dolor de las agujetas. Vio, justo al lado de su
cadera un moretón amarillento producto de la caída en brazos ajenos de aquella
mañana. Si Minho y Newt no la hubiesen ayudado…
Se estremeció. Debería estar más
enfadada con el corredor, pero por algún motivo que no llegaba a comprender, el
sentimiento de rencor se había esfumado con el viento. Quizá fuera porque le
había salvado la vida. Además, reparó en algo luego de abrazar a Chuck: No
rehuía el contacto físico por rechazo. Sentía que nadie le había brindado la
posibilidad de intimar con las personas y ahora lo precisaba desesperadamente.
Siento comentar ahora pero es que ha venido mi hermana y se ha puesto a ver cosas, vamos que me ha quitado el ordenador >:c bueno, ya te he puesto parte de lo que tenía que decir por inbox pero como siempre te dejo mi comentario aquí pues no voy a comenzar a hacerlo. Es bonito dejar la huella aquí ^^
ResponderEliminarEse Gallito ¬¬ me está cayendo como el culo... que cabrón. Si no hubiera sido por Minho se mata la pobre coño... por cierto, sigo sin acostumbrarme a esos insultos jajaajjaa pero me parecen super graciosos, si yo estuviera ahí creo que me reiría pero claro, con el lavado de cerebro que llevan quizás no, no sé lol
Esto cada vez me engancha más así que tendré que leer pronto el libro o libros, a ver si tengo un huequito para hacerlo :D
Qué más decir... el necesitar de un abrazo parece ser universal, por muy en blanco que estemos, a parte de la mente tenemos el corazoncito y las sensaciones para guiarnos, como sabían los cabrones que necesitaba un abrazillo ehhh
Tengo ganas de que salga ya al laberinto y por otra parte no, estoy viendo que eso es chungo que más de uno va a sufrir por allí... no quiero anticiparme así que esperaré por los siguientes xDDD que se me va mucho la pinza jajajaja
Bueno, ya que siempre me enrollo lol genialmente genial, y lo sabes :3
Laura, si fuera tio ya sabes a por quien iría HAHAHAAHAHAH OMG Me encantan tus comentarios como siempre. Que me destaques aspectos que resaltan para ti es genial! A ver si me pongo pronto a escribir el siguiente cap, ya tengo mas o menos mentalizado qué hacer.
ResponderEliminarComo ya te he dicho, Gally cae mal siempre a todo dios. Aunque cuando te lees todos los libros acabas cogiéndole un poco de cariño... un 15% de cariño, no demasiado.
Gracias otra vez, tu si que eres genial ♥