Alguien golpeó la gran
puerta de roble de la entrada y la criada más cercana abrió al visitante. La
puerta crujió al cerrarse y un joven de apenas 20 años se quitó el sombrero de
piel colocándoselo debajo del brazo y observó el recibidor con calma.
El silencio volvió a hacer
acto de presencia, únicamente interrumpido por el “TIC-TAC” del reloj de salón que
marcaba las ocho de la tarde. Unos pasos apresurados cruzaron el lugar, y
Donghae, abrigado en una bata oscura y gruesa le sonrió al invitado.
-Sr. HyukJae, bienvenido
seas de nuevo –dijo con su voz grave tendiéndole la mano.
-Donghae –habló su amigo,
estrechándosela-. Siento que hace una eternidad que no nos vemos. Parece ayer
cuando ibas persiguiendo mujerzuelas y te escondías debajo de sus enaguas –se
burló.
-¡Eh! ¿Ese no eras tú? Creo
recordar que eras el mas sin vergüenza de los dos, amigo.
-Aix… -HyukJae se rascó la
cabeza-, tanto tiempo sin vernos y aún me conoces tan bien… Por cierto –sus
ojos oscuros se entornaron-, mi más sentido pésame por tu padre. Siento no
haber podido estar en el funeral, había otros asuntos que…
-No te preocupes –cortó el
otro-, mi padre falleció hace tres años, así que cada vez, la soledad es mas
soportable. Ágatha cuida de mí.
Hyukjae le dirigió una
mirada curiosa a la mujer mayor que a lo lejos, limpiaba el polvo de los
ventanales con un plumero.
-Ágatha… ¿tu criada?
-Mi “ama de llaves”
–rectificó.
-No le sé ver diferencia.
Donghae suspiró.
-El ama de llaves guarda
todas las llaves de la casa, como bien dice la palabra, mientras que la criada…
-¡De acuerdo, de acuerdo! –Exclamó
su amigo alzando las manos-. Claro como el agua, cristalino. ¿Pero desde cuando
es un ama de llaves tu niñera?
-Desde que murió mi padre
como te he dicho, pero tú nunca me escuchas cuando hablo. Y ahora, si no te
importa, vayamos a sentarnos. Tenemos mucho de que hablar.
***
-Y entonces me dijo “¡Si
quieres volver a ver un céntimo, primero tendrás que dejar de acostarte con mi
hija!” –acabó HyukJae y ambos explotaron en carcajadas que en el caso del otro,
acabó en una tos que le obligó a apurar los últimos sorbos de vino antes que su
amigo.
-Veo que sigues siendo un
Don Juan y un Casanova –comentó Donghae una vez recuperado de su ataque-. Algún
día eso traerá problema a tu hotel. Y no conviene que uno de los mejores
establecimientos de la ciudad tenga mala reputación solo por que el dueño se
acuesta con las hijas de los huéspedes.
Hyukjae sonrió, avergonzado.
-Ay, mujeres… solo me traen
problemas –nuevamente, el silencio se adueñó de la sala de estar y el dueño del
hotel lo miró, como registrándolo. Donghae alzó las cejas, interrogante-.
Estás… diferente. Tienes ojeras y tu piel… bueno, estás demacrado. Enf…
-Ni lo digas. No te atrevas
a decirlo –no quería oír lo que ya sabía, que estaba “enfermo”-. Se me pasará.
Es un problema que puedo curar con mis recursos –mintió. HyukJae no se lo
tragó, pero no era quien para juzgar conocimientos cuando el no sabía nada de
medicina.
-De acuerdo –su amigo dejó
la copa ya vacía en la mesa-. ¿Para qué me has llamado? Tendrás alguna razón más
para invitarme a tu mansión. Siempre tienes algo escondido.
Donghae asintió y se
levantó. Fue hacia uno de los cajones y volvió con la carta para luego
tendérsela al otro. A medida que leía, la cara de HyukJae se fue tornando mas
pálida, parecía que una gota de sudor se deslizaba por su sien. Cuando acabó,
lanzó la carta con desdén junto a la copa y negó con la cabeza.
-Prométeme que no vas a ir
–susurró con voz ronca.
-HyukJae, es mi deber…
-¡A la mierda el deber!
¿Midness Fall? ¿Has perdido completamente la razón? ¿Vas a ir a ese pueblo de
mala muerte? ¿No has oído lo que cuentan de allí? –parecía fuera de sí.
-El trabajo de un médico es
no creer en tonterías. La ciencia y la fantasía no son compatibles, amigo mío
–Donghae se encogió de hombros y colocó una mano encima del hombro del otro
chico-. Quiero que vengas conmigo.
HyukJae se sacudió la mano
de encima y se colocó delante de las cortinas mirando el cielo tempranamente
oscurecido.
-Iría contigo donde fuera.
Menos a ese pueblo. No ahí –se giró y sus ojos se encontraron-. No vuelvas a
pedírmelo.
El médico resopló.
-De acuerdo. No te puedo
obligar –cerró las cortinas y llamó a la ama de llaves-. Ágatha, procúrale al
señor HyukJae una habitación libre. Ya es demasiado tarde para que vuelva hoy.
Se irá mañana por la mañana. Al mismo tiempo que yo.
***
Los caballos relincharon
cuando el látigo del conductor les golpeó para iniciar el viaje. Donghae giró
por última vez la cabeza hacia la casa, donde el siguiente carro esperaba a
HyukJae, quien lo miraba como si fuera la última vez que lo iba a ver. El ama
de llaves tenía la misma expresión, pero él le había prometido que volvería.
Maletín en mano, se sentó correctamente con la espalda pegada al respaldo y
cerró los ojos, repentinamente cansado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario