Los equipos
fueron formados en poco tiempo. Al ser siete, se dispuso uno de tres, Leo, Ravi
y Ken, y por otro lado, Hongbin, Hyuk, N y yo misma en uno de cuatro. El
partido empezó bien. Mi equipo era el más numeroso, aunque no el más fuerte.
Hongbin placó a Leo, Hyuk a Ravi y N a Ken. Me dejaron el camino libre
completamente, y yo aproveché la estrategia para meter canasta dos o tres
veces.
Pero todo se
volvió contra nosotros. Hyuk anunció que iría a buscar unas botellas de agua
porque estaba sediento, y nos quedamos tres contra tres. El partido se retomó,
veía que Ravi se centraba en mí, como queriendo embestirme si me atrevía a
pasar su defensa. No me acobardé y lo intenté fintar, con tan mala suerte que
tropecé con su pie, cayendo de bruces contra el suelo. Se escucharon
exclamaciones de horror, pero yo me centraba más en mi nariz. En el inmenso
dolor y las goteras de sangre que dejaba en el suelo. Negué con la cabeza,
conteniendo las lágrimas, agarré la pelota y la metí en el aro.
-Hemos
ganado –dije, apenas un susurro en medio del silencio instaurado. No los quería
mirar. Estaba haciendo el mayor ridículo de toda mi vida. Y me lo había buscado
yo misma. Delante de VIXX. Delante de Leo… era decepcionante. ¿Pero por qué me
importaba lo que podía pensar Leo?
La nariz me
dolía a horrores y las lágrimas brotaban libres de cualquier resistencia que
pudiera ofrecer. A lo lejos escuché a Ken gritando nervioso "OOoootokkajiiiii!!!", pero no me resultó gracioso ésta vez. Una mano se posó sobre mi hombro y la voz que menos quería oír
resonó en mis oídos.
-Ven –dijo
Leo. Fue más una petición que una orden, y yo no tenía fuerzas para negarme.
Estaba tan avergonzada que ni siquiera alcé la cabeza cuando empezamos a
caminar. Respirando con la boca porque mi mano derecha sellaba mis fosas
nasales para evitar que la sangre siguiera saliendo, suspiré entrecortadamente.
-La madre
que me… -empezó Hyuk, que volvía, antes de que empezara a proferir sonidos
extraños después de que Leo colocara la otra mano en su cara y lo apartara de
en medio. Me hubiera reído, si no me encontrara en… condiciones complicadas.
No me di
cuenta de cuando entré en la compañía ni en qué momento llegué a una pequeña
habitación que olía a enfermería. Leo cerró la puerta cuando pasé, y me condujo
del brazo hasta la camilla. Me estaba poniendo nerviosa.
-Levanta la
cabeza –dijo, sobresaltándome. No quise hacerlo, me daba demasiada vergüenza-.
No me obligues a hacerlo yo.
Aquello
bastó para hacerme entrar en razón. Lo miré, con temor y me apartó la mano de
la nariz. En su lugar, colocó unos algodoncitos. Se inclinó hacia mí para estar
a mi altura y con un pequeño pañuelo limpió los restos de sangre de los
alrededores. Me daba tanto corte que gradualmente iba
tirando el cuerpo hacia atrás.
-Si no te
estás quieta… -advirtió y me volví a poner recta.
No me
cuadraba nada, no entendía nada.
-L-Leo…
-Hmm? –dijo,
solamente.
-¿Por qué me
ayudas… precisamente tú?
Pensé que la
pregunta lo ofendería o lo molestaría, pero no fue así.
-Hmm –dijo
de nuevo, instaurando un silencio incómodo. Al final, se dignó a contestar-.
Eres como un crío pequeño.
Parpadeé,
sin atar cabos.
-¿Eh?
–musité. Tardó algunos minutos en contestar, el tiempo suficiente para
colocarme una tirita encima de la nariz.
-Un crío. Es
exagerado. Provoca a los adultos. Ríe. Se cae. Llora.
Hice un
puchero.
-No me
conoces…
-Se
enrabieta –señaló, y con su mano me empujó de la frente, tirándome la cabeza
hacia atrás. Era molesto.
-¡Eh! –me
quejé. Se giró en ese momento, pero juraría haber visto como sus comisuras se
curvaban hacia arriba. Respiré hondo.
-Gracias
–susurré, incómoda.
El asintió y
salió por la puerta. Definitivamente, éste hombre quería matarme. Y yo pensaba
que todos rehuían el contacto físico o extremadamente cercano… Y la persona que
menos cabía esperar, había…
Resoplé,
bajándome de la camilla. Cuando estuve fuera, mi manager vino a mi encuentro.
-¿Has
arreglado todo? –preguntó y asentí-. Bien… deberás recoger tus cosas de la
escuela, los papeles, expediente y todo lo que se te ocurra. Te trasladaremos a
la misma escuela que Hyuk y las otras trainees. Aún vas al instituto, ¿no?
¿Cuántos años tienes?
-19. Pero no
asistí a un curso.
-¡Válgame el
cielo! ¿Y eso a qué se debe?
No contesté.
No quería hablar de ello.
-Lo siento…
no puedo decirlo –contesté, lo mas respetuosamente posible. El manager Kim quedó
desconcertado, pero no insistió.
-En fin… que
deberías ir. Al menos antes de que empiece el curso –sugirió. Asentí, pese a mi
discordancia. Tenía miedo de volver. Mucho miedo.
***
Encontré un
sitio perfecto para estar a solas. El tejado poseía un sitio medio plano donde
el calor nocturno no hacía acto de presencia. Se estaba muy bien. Antes de ir a
dormir, subí un rato a ese lugar que era solo mío. Pese a estar en una ciudad,
las estrellas se veían con bastante claridad y las contemplé con admiración. Las
chicharras de los árboles y las voces de dentro de la compañía era lo único que
se escuchaba.
La puerta de
la JellyFish se abrió, y diferentes voces se desearon buenas noches. Todo
volvió a estar en calma, hasta que unos pies empezaron a subir por la escalera
y una cabeza familiar asomó por el tejado.
-Con que
estabas aquí, ¿eh? –Habló Hyuk-. Vaya, has descubierto nuestro secreto.
-¿Secreto?
–inquirí.
-Cuando los
miembros están estresados o tienen mucho en qué pensar, suben aquí –aclaró-.
¿Puedo sentarme?
-Por
supuesto –me desplacé un poco a la izquierda y se sentó, los ojos fijos en las
estrellas.
-En el
centro no se ven como aquí. Este lugar parece estratégicamente colocado. No es
el sitio más grande, ni la compañía más poderosa, pero ver esto y sentirse
pequeño y en paz… no lo consigue ninguna otra.
Asentí,
conforme.
-Y cual es
tu preocupación, ¿Hyuk? –curioseé. El maknae me miró y agachó la cabeza.
-Bueno…
siempre es lo mismo. Tengo miedo de no llegar al mínimo que me exigen. De meter
la pata… de ser un estorbo para el grupo. Y eso realmente… me angustia. Me
esfuerzo, pero no parece ser suficiente.
-¿No crees
que puede ser una sugestión, eso? Quiero decir, a lo mejor ya estas dando todo
y lo haces bien, pero tienes el miedo por que en el pasado fuiste un poco más…
tardón en aprender las cosas. Pero mírate, Hyuk. Eres de VIXX, eres el maknae,
y cada poco sacáis un disco nuevo. Sin contar la innumerable cantidad de lives
y programas de televisión que hacéis. ¿No crees que te exiges más de lo que ya
haces?
Hyuk se
quedó en silencio, asimilando las palabras.
-Puede…
puede que tengas razón –se levantó-. Gracias… de verdad. Nos vemos mañana,
buenas noches.
-Descansa
–dije, y me planteé irme a dormir también. Tras un cuarto de hora mas, fue lo
que hice.
Una cría. Más majo ♡.
ResponderEliminarRaaaveeeee es uno de los que más me gustan de Vixx pero con tu fic me esta dando repulsión a él, muy bruto jaja
Y me encanta que sea amigui de Hyukie :)))
Oix, me encanta que me comentes <3 Lo he puesto al Ravo un poco como... el maloteh xDDD
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