Recogí el cubo
lleno de agua tibia y la vertí en el baño por cuarta vez. Miré el reloj del
salón, que mecía la aguja segundera con suavidad. Eran las cuatro de la mañana.
Me quité un mechón de la frente y rellené por quinta vez de agua el recipiente
de plástico. Al volver a la habitación, Hongbin seguía apoyado en el marco de
la puerta, con la mirada perdida. Se apartó ligeramente para dejarme pasar y me
arrodillé frente a la cama, que era ocupada por el cuerpo inerte y ardiente de
mi mejor amigo.
Con paciencia y
algo de cansancio, evité que las heridas sangraran más, pero no conseguí bajar
la alta temperatura en la que mi mejor amigo se encontraba. Ni tampoco que, por
consiguiente, despertara. Leo parecía sumido en un sueño doloroso. Su pálido
rostro bañado por el sudor a veces se contraía, y todos los músculos se le tensaban
como si los hubieran acercado a la corriente. Me partía el alma verlo así.
Quería que volviera a estar sano, fuerte como una roca, con la mirada seria y
calculadora que tanto carisma le daba.
-Hongbin –lo
nombré, con voz fatigada. Escurrí un trapo en el agua y de forma cuidadosa la
extendí sobre la frente de Leo-. ¿No puedes hacer nada?
No me hizo falta
girarme para saber que negaba con la cabeza.
-Ha sido herido con
armas especiales, capaces de matarnos. También son armas cuyas acciones son
imposibles de corregir por otros seres sobrenaturales. Tienen que sanar solas,
como si fuera humano. Puede que un poco más rápido pero…
-¿Cuánto tiempo?
–apremié. Giré el trapo, que empezaba a calentarse, por el otro lado. No me
contestó en seguida.
-Bien del todo,
pueden pasar semanas. Quizá en unos cuantos días, despierte. Tú, mientras
tanto, deberías descansar.
Sacudí la cabeza.
-No. No me moveré
de aquí.
El Djinn se pasó
una mano por el cabello, revolviendo los castaños rizos y confiriéndole un
aspecto aún más rebelde. Señaló el lado de la cama que estaba vacío.
-Al menos, estírate
ahí. Podrás seguir vigilándolo y no tendrás que irte –sugirió.
Vacilé. ¿Por qué
dudaba? ¿No era normal cuidar a un enfermo? ¿Por qué ahora, observando a
Hongbin, me sentía tan culpable? Alejé los pensamientos negativos y me subí al
colchón. Chirrió bajo mi peso hasta que permanecí quieta. Leo emitió un breve
gemido, apretando las manos. Entrelacé los dedos con él, susurrándole que
estaba ahí y que no me iría.
Hongbin, incómodo y
alterado se enderezó.
-Si necesitas algo…
Tienes mi móvil. Voy a ver a algunos contactos que me proporcionarán
información sobre la Dao. Voy a acabar con esto.
-Hongbin. ¿Por qué?
–pregunté. Me observó con un destello verde.
<<Por ti>>, murmuró en mi
mente, antes de esfumarse como humo.
***
Al despertar, me
acució un hambre atroz. Me incorporé, pero vi las estrellas. Notaba como miles
de agujas por todo el cuerpo, haciendo mis extremidades pesadas y doloridas.
Como siempre, miré la hora que marcaba el reloj y casi me da un infarto. Eran más
de las seis y media… ¡de la tarde! Observé a través de la ventana el sol del
crepúsculo, lleno de destellos anaranjados y violáceos y me pregunté como podía
haber dormido tanto.
Me percaté de que
no estaba sola y con inquietud me acerqué a Leo, que dormía plácidamente… más o
menos. Le tomé la temperatura con la palma, descubriendo aliviada, que la
fiebre casi era un recuerdo.
-Menos mal… -dije
para mí misma. Una compresa fue situada en la frente de mi mejor amigo. Advertí
entonces cómo unos ojos me seguían pegados a la nuca.
-No creí que
despertaras hasta mañana por la mañana –indicó Hongbin, sorprendido.
-¿Me has hecho
dormir dieciséis horas seguidas con tus trucos mentales? Hongbin, ¿en qué
pensabas? Taek Woon está mal. ¡¿Y si le hubiese pasado algo?!
-En realidad,
deberías haber dormido un día antero. Creo que estoy perdiendo facultades
psíquicas… -se llevó una mano al mentón, serio-. A tu amigo no le hubiera
pasado, ni le pasará nada. Es un genio, no morirá por eso.
-Los humanos solo necesitamos
dormir unas cuantas horas. ¡Estoy hecha una mierda! –fui a avanzar, pero tenía
las piernas dormidas. Me sujeté al Djinn, que me sostuvo por la cintura
firmemente. Su contacto me provocaba emociones que jamás había sentido, y recé
por que no se notara mi nerviosismo. Acercándonos al sofá, me depositó en él
mientras el genio hacia lo mismo al lado.
-Escucha –empezó-,
he obtenido cierta información valiosa. Ayer de madrugada fui a ver a un
nefilim. La cosa llegó a mayores, por lo que tuve que ajustarle las cuentas un
poco.
-¿Le pegaste?
–exclamé, horrorizada. Hongbin se encogió de hombros y asintió.
-Lo obligué a
concertar una cita con otra persona. Le dije que estábamos interesados en
ciertos objetos nefilim que nos servirían contra otros seres como nosotros.
Dijo que quien encantaba esos objetos, no me los vendería baratos. Comenté que
no me importaba el precio, pero siguió poniendo excusas y le dejé ver qué pasa
cuando haces perder la paciencia a un genio del Aire.
No quería ni
imaginarme la escena.
-De acuerdo –dije-.
¿Y qué lograste haciendo eso?
-La tan esperada cita.
Para el miércoles que viene. Ahí es cuando tú entras en acción –lo miré,
incrédula-. No puedo ser yo el que se acerque, y más si quien está esperando es
otro ser sobrenatural. Sabría en seguida quien soy. Necesito que tú vayas,
obtengas la información que necesitamos y vuelvas. No estarás sola, te vigilaré
desde un extremo del bar.
Asentí, pero estaba
asustada.
-Si así podemos saber
donde está Jae Hwan, lo haré –notifiqué, con la garganta seca. El genio me miró
fijamente.
-Pensé que te
resistirías a ir. Eres… increíble. Más de lo que yo pensaba.
Me ruboricé. No
estaba acostumbrada a sus halagos. Antes de que pudiera decir algo, se levantó.
-Volveré mañana de
madrugada. Me quedan cosas por hacer, personas a las que interrogar. Alice… -se
acercó de nuevo, me cogió la mano y depositó un suave beso en el dorso-. Quiero
que sepas que no me arrepiento de nada de lo que te dije. Sigues siendo
importante para mí.
Una sonrisa asomó
en sus comisuras y por un momento, dejé de respirar. Era la primera sonrisa
real y sincera que veía en él, sin carcajadas arrogantes ni segundas. Mi pecho
se infló de emoción, pero mi conmoción se evaporó cuando el viento lo hizo
desvanecerse. Volví a quedar sola en una casa desconocida, cuidando de un
enfermo.
***
Esa noche dormí
poco. Extremadamente poco. Un par de horas, a lo sumo. El reloj de pie de los
vecinos de arriba dio las doce y frustrada volví a cerrar los párpados,
ansiando conciliar el sueño. Sin embargo, unos dedos me acariciaron la mejilla
y abrí los ojos de golpe.
-¡Taek Woon…!
¡Estas despierto! –solté, exaltada. Coloqué una de mis manos en su frente.
Había recuperado su usual frialdad física, pero aún se le veía algo débil.
-¿Dónde estoy? –refunfuñó,
roncamente-. Me siento fatal.
Solté una risilla
nerviosa.
-No me extraña. Ha
costado curarte, pero lo he conseguido. Estás en la cama de Hongbin y… no,
espera, ¡aún no estás bien! –le grité cuando empezó a alzarse. Agarrándolo por
los hombros, lo tumbé de nuevo y lo obligué a quedarse quieto. Procuré no
ejercer demasiada presión porque no quería herirlo.
-Suéltame. No
quiero estar en la cama del idiota de tu genio –profirió, con desdén.
-Es una cama, sea
de quien sea. Te quedarás aquí hasta que te recuperes del todo. No irás a
ninguna parte.
Se quedó en
silencio. Los orbes castaños le relucían en la oscuridad.
-¿Te has hecho
cargo de mí? –afirmé en respuesta.
-Hongbin me dio la
opción de dormir a tu lado por si tenías algún problema. Pero tu fiebre ha
descendido drásticamente, los cortes dejaron de sangrar hace unos días y… -no
pude seguir hablando. Con un movimiento me encontré tumbada, un brazo
rodeándome la cintura y la cabeza de Leo en el hueco de la clavícula. Su nariz
me rozaba y me provocaba cosquillas-. Taek Woon, ¿qué haces?
Él murmuró algo por
lo bajo que no logré entender.
-¿Qué…?
-Shh… -protestó-.
Haces demasiado ruido –me apretó aún más-. Hueles al Djinn.
Tragué saliva.
-Es su casa. No
podría oler de otra manera… -sus labios se detuvieron en mi cuello, sin hacer
ningún movimiento. Sentía el cálido aliento de Leo contra mi piel y temblé como
nunca antes. ¿Qué me ocurría? No era la primera vez que nosotros dos –junto a
Ken- dormíamos abrazados en la misma cama. ¿Por qué estaba tan nerviosa que solo
pensaba en salir corriendo?
-Taekwoon, yo… yo
no puedo…
-Ojalá las cosas
fueran diferentes –habló de nuevo-. Ojalá fuera humano. Así podría vivir los
mismos años que tú –se separó, mirándome. Sus ojos estaban tristes y cansados-.
De ese modo podría confesar cuanto te quiero sin necesitar hacerlo en este
preciso instante, siendo un ser moribundo que se muere de amor por dentro.
No estaba preparada
para oírlo. En mi fuero interno lo percibía, pero no quería admitirlo. Y
justamente por eso, también sabía lo que yo sentía. Me limpié la cara mojada
por las lágrimas e hipé. El rostro del Marid era de confusión mezclada con desencanto.
-Alice, no llores…
-dijo, inquieto-. Lamento habértelo dicho. Lo he estropeado todo y…
-No –lo interrumpí-.
La que lo ha arruinado todo he sido yo. Te quiero, Taek Woon y no como amigo, pero…
pero también quiero a Hongbin. No recuerdo desde cuándo, y aun así… hay algo en
él que me atrae. Lo siento. Lo siento Leo… no sé qué hacer.
Me levanté
apresurada hasta la cocina. No me seguía, y lo agradecí. Necesitábamos pensar sobre
lo que acababa de pasar.
Oh, Ken… ¿Dónde estás cuando más te necesito?
Oh oh... Alice te pillaste por Hongbin >< se siente cariño, el genio pudo contigo aunque por Leo te sientas atraída ese Hongbin te ha dejado K.O
ResponderEliminarkkkkkkkkk Aix pobre Alice...... ù_u Es que por mucho Leo que sea, Hongbin es mucho Hongbin y... sobretodo en este fic xDDD
EliminarVoy a llorar con esto, lo sé :S
EliminarAhhh! Por fin pude leer*-* y me encanta! A pesar de ser una historia de Hongbin, me emocionan las partes de Leo #teamLeonardo(?) Jaja.. Como sea, saludos!! Y sigue así, escribes muy bonito, me gusta el rumbo que lleva este fic!!^^'
ResponderEliminarPrimero, gracias por leer!!! >w< Si eres del Team Leonardo(?) tambien te recomiendo la otra novela de VIXX donde se centra más en Leo hahaha xD
EliminarUaaaaa se pone interesante. Pero igual los dos son bichos celestiales xd, asi que es el mismo problema para los dos... Me encanta.
ResponderEliminarMe encanta Leo, pero soy claramente del equipo de Hongbin jaja
Heheheheeheh a ver qué pasa en el futuro xD
Eliminar