Cuando Hongbin regresó,
no tenía buen aspecto. Profundas ojeras marcaban sus ojos, el pelo mustio y
desordenado se le pegaba a la cara y tenía los hombros hundidos. Aunque al
aparecer seguía siendo tan silencioso como siempre, por lo que casi dejé caer
el vaso de zumo de naranja que asía de la sorpresa.
-Se te ve cansado
–comenté-. Deberías dormir.
-¿Con ese idiota en mi
cama? Como que no –espetó, de mala leche.
-El idiota está despierto
–dijo Leo, apoyándose en el marco de la puerta de la habitación. Hongbin se
tensó, estupefacto.
-Tú… pensaba que no
despertarías hasta por lo menos una semana –balbuceó. El marid arqueó las cejas
con los brazos cruzados.
-Siento decepcionarte,
entonces.
-Bueno, si dejarais de
comportaros como críos de cinco años, podríamos tener una conversación adulta
–resoplé, con impaciencia. El Djinn clavó los ojos en los míos.
-¿Ya le has contado el
plan? –Negué con la cabeza.
-¿Qué plan? –inquirió y al
explicárselo, gradualmente la cara de mi mejor amigo se tornó sombría. Los
labios formaban una fina línea, que anunciaba una desaprobación por su parte-.
¿No pensarás de verdad en ponerla en un peligro semejante, verdad? Porque no lo
permitiré.
-Oh por favor. Si te
gusta actuar de caballero andante, por mí bien, pero ella ya ha aceptado y no
hay más que hablar –retó el genio del aire. Lentamente, Leo giró su cabeza
hacia mí.
-¿Es eso cierto?
-Sí. Quiero encontrar a
Jae Hwan cueste lo que cueste.
-Alice… ¿Te das cuenta de
que si te llegara a pasar algo, Ken se sentiría culpable para toda la
eternidad? Cada vez que te mire, recordará cualquier daño que te haya causado
por supuestas terceras personas. El desearía morir antes de que te ocurriera
algo.
Cerré los ojos, triste.
No sabía qué sucedería en el futuro, pero ante todo, quería que mi amigo viviese.
Era un pensamiento egoísta, pues si yo fuera Jae probablemente me pasaría la
vida lamentándome por la pérdida.
-Lo sé. Pero si queremos
recuperarlo, debo asumir las consecuencias. Taek Woon, no cambiaré de opinión.
Él me miró largamente y
cortó el contacto visual.
-Luego no digas que no te
lo advertí –murmuró por lo bajo. Volví a centrarme en Hongbin.
-Vete a dormir. Si sigues
así, colapsarás por muy genio que seas.
-Estoy bien –gruñó-.
Déjame en paz.
La frialdad con que lo
dijo caló en mi interior dolorosamente. No había en él rastro de la amabilidad
o el cariño que últimamente mostraba. Me tragué la añoranza que sentía y recogí
las cosas.
-Me voy a casa a buscar
cosas. Ni se os ocurra prohibírmelo –alcé un dedo amenazante cuando los dos
chicos empezaron a farfullar cosas a la vez-. Tomaré una ducha, recogeré ropa y
volveré aquí en cuanto acabe. Entre tanto, intentad no mataros ¿vale?
***
Cuando volví a entrar por
la puerta, todo estaba en silencio. Las luces apagadas daban un toque lúgubre a
la acogedora casa, y veía los destellos de los faros de los coches en la pared.
Solo me hizo falta una breve ojeada al sofá para saber que Hongbin se había
quedado dormido en él. Al contrario que la otra vez, no estaba relajado.
Rebusqué en los cajones alguna manta y se la estiré por encima. Ese acto me
hizo recordar una escena similar del segundo día en que se presentó. En menos
de un mes había cambiado tanto… y sin embargo, los desaires que a veces
asestaba me provocaban unas ganas irremediables de estamparle la cabeza contra
la pared.
-¿Por qué eres así? ¿Por
qué no puedes tener un humor soportable? –alargué la mano para quitarle un
cabello de la mejilla e imperceptiblemente se removió.
-Porque le duele hacerlo
–dijo una voz en las sombras. Solo entonces distinguí la figura de Leo entre
las cortinas, en la oscuridad.
-¿Qué? –esa palabra me parecía demasiado familiar. Recientemente
parecía lo único que salía de mi boca. Me indicó que lo acompañara a la cocina.
-Tu genio nunca ha sido
como lo has conocido –continuó-, solía ser fuerte pero justo. Se negó a servir
a las personas, sin embargo el enfado por el destierro solo le duró un par de
siglos –pensé en ello como si fueran dos meses, para comprenderlo mejor- y
despertó en él una gran curiosidad por la especie humana. Se aferró a
diferentes criaturas a lo largo de su vida, pasando desde reyes nórdicos hasta
artesanos árabes. La penúltima vez que se manifestó, fue ante dos hermanas
gemelas de diez años. Vivían en condiciones muy precarias y solían dormir en
una barraca abandonada a las afueras de la ciudad de Persia. Se llamaban Aisha
y Âmar. Cuando Hongbin apareció, pensaron que se trataba de un ángel salido del
llamador. Éste lo habían robado para poder cambiarlo por un pedazo de pan. Les
explicó quién era y tras mirarse pidieron su primer deseo: Comida. Fue la
primera noche que no pasaron hambre.
“-¿Qué más deseáis? –preguntó el genio, neutral. Las gemelas se
miraron.
-No deseamos –dijo Aisha-. Te suplicamos que te
quedes, por favor. Juega con nosotras como no lo hacen los demás niños por ser
pobres.
-Eres la primera persona que nos pregunta qué
queremos. Solo pedimos tu compañía –añadió la pequeña Âmar, con lágrimas en los ojos.
El Djinn se conmovió por
sus nobles palabras y se quedó junto a ellas veinticuatro meses más. Les
habilitó una casa en el centro de la ciudad, proporcionándoles comida y agua.
Posiblemente fueron los mejores años para los tres. Hongbin aprendió de la
sociedad con rapidez al igual que de las dos chiquillas, a las que quería como
si fueran sus hermanas menores. Observó el lado noble y bondadoso de las
personas… pero también el lado malo de ellas, y de su propia raza. Una guerra
oprimió la ciudad, y el fuego cubrió los edificios con una velocidad inhumana.
El ejército contrario era encabezado por un sádico general y su esposa, una
genio Efreet del fuego.
Sabiendo lo que estaba
por venir, una de las gemelas fue a buscar el Llamador dentro de una cajita
alargada. La Efreet penetró en la casa, al tanto de la presencia del Djinn.
Aisha se encontró en manos de la mujer, que le partió el cuello delante de
Hongbin. Quiso proteger a la otra, pero pronto Âmar reemplazaba el lugar de su
hermana. Antes de morir, la pequeña miró a su amigo y le dijo:
-Gracias. Gracias por hacernos felices estos años.
Deseo que vuelvas al llamador y vivas. Vive por nosotras.”
Mientras Âmar era
consumida por las llamas, los gritos angustiantes del genio del aire se
convirtieron en gemidos de dolor por la pérdida de lo que había sido lo más
parecido a una familia para él. Pero no hubo tiempo para lamentarse más, en ese
plano. Su cuerpo fue desplazado al interior del objeto, no sin antes divisar los
violáceos ojos y la sonrisa maliciosa de la genio.
-Varios siglos después,
un viejo lo invocó para los típicos tres deseos, que concedió sin emoción
alguna. Tú lo has visto. El dueño de la tienda de antigüedades.
Me giré para que no me
viera llorar. Lo había malinterpretado todo respecto a Hongbin. Todo. El
momento en que decidió dormir en mi cama y no dormir fuera, los insultos hacia
mi raza o la vez que sus ojos transmitieron sufrimiento por las palabras de
Leo.
Siempre has estado solo.
Aun así, ¿Por qué mentía
al decir que no sabía qué era la amistad o el querer a alguien? ¿Me había
mentido al decirme que yo era importante para él? Si así era, ¿qué motivo tenía
para hacerlo?
-¿Entonces sabías
perfectamente quien era el viejo? –musité, rogando por que la voz no se me
rompiera.
-No. Ni cuando me dijiste
que te había regalado un llamador. Empecé a sospechar al percibirlo en el camino
a tu casa –y agregó-. No deberías llorar. Los ángeles no lloran por los
estúpidos.
-No soy un ángel –hipé-.
Y no es un estúpido. Es Hongbin.
-¿Qué pasa conmigo? –dijo
el nombrado, abriendo la puerta de la cocina y bostezando. Brinqué de sorpresa.
-N-nada.
Leo se apoyó en la repisa
de mármol, fatigado. Hongbin lo notó.
-Mala hierba nunca muere,
¿eh? –apuntó. Las comisuras de Leo se curvaron en una sonrisa ladina.
-Siento decepcionarte.
Se miraron. El aire podía
cortarse con un cuchillo. Decidí intervenir.
-Es tarde. Son más de las
doce. Deberíamos descansar.
***
Aquella noche soñé algo
que me perseguiría por el resto de mi vida. Mi consciencia se trasladó hasta un
lugar tenebroso. Al principio no vi nada, pero pronto el paisaje delante de mí
se aclaró y advertí que se trataba de un pasillo con varias celdas de negros
barrotes sólidos como rocas. Me desplazaba con un fantasma mirando a ambos
lados el interior. Olía a quemado y a metal, y pronto descubrí de donde venía.
El corazón me dio un vuelco cuando un grito atravesó el lugar… y mis oídos.
Imploraba por que no fuera la voz de quien yo creía. Me acerqué sigilosamente
como temiendo que pudieran descubrirme a una de las celdas.
-¡KEN! –chillé, al
distinguirle la cabeza. No me oía.
-Volveré mañana, y si no
me contestas dónde está la llave marcaré de nuevo tu hermosa y pálida piel –la
voz de una mujer prorrumpió haciendo eco. Salió de la celda, cerrándola con un
golpe seco. No me hizo falta volver a abrir la puerta para meterme dentro, mi
consciencia podía hacerlo todo en ese momento. Todo menos quitarle las manos de
las cadenas que lo sujetaban a la pared.
-Jae Hwan… -sollocé,
desolada-. Jae Hwan, dime que no estás así realmente… ¡Jae Hwan!
Mi amigo levantó la
cabeza y miró hacia todos los lados, asustado. Tenía la piel sucia por el paso
de los días, y varias heridas en la cara, junto a un labio partido. El cuerpo, era
otra historia, peor de lo que me imaginaba. La ropa estaba rasgada, hecha
girones y pegada al cuerpo ensangrentado por culpa de unas profundas marcas
negruzcas no cicatrizadas y húmedas que le atravesaban el pecho en diferentes
direcciones.
-¿A… Alice? –masculló-.
¿Alice, estás ahí?
-¡Jae Hwan! ¡Aquí! –Lo llamé
y solo clavó los ojos en algún punto detrás de donde me encontraba, siguiendo
el sonido de la voz-. Por Dios, cariño, ¿qué te han hecho?
-¿Eres un fantasma?
Alice, ¿estás… muerta?
-¿Qué…? ¡No! ¡Me he dormido en casa de Hongbin! No sé cómo
he…
-No deberías estar aquí –cortó-.
Vete. Ni siquiera deberías verme ahora.
Se dobló preso de un
ataque de tos que acabó en sangre. Solté un grito ahogado.
-¿Por qué dices eso? ¿Dónde
estás? ¡Dímelo para que podamos rescatarte!
-Es mejor así, Alice.
Mientras me tengan, hay una posibilidad de que no te cojan. Les doy pistas
falsas para que se cansen. Y en cuanto lo hagan, me matarán. Tu situación y el
secreto de la llave se irán a la tumba conmigo.
-¡Cállate! ¿Qué voy a
hacer si no estás conmigo? Eres como mi hermano, ¡no puedes acabar así! Te necesito
en mi vida igual que a Leo.
Ken bajó la cabeza
frunciendo los labios, al borde de las lágrimas.
-No se puede hacer nada.
Recuérdame y será suficiente. Te quiero mucho Alice, has sido una maravillosa
amiga para mí. Ahora vete antes de que Hyuna vuelva, o sabrá donde te escondes
a través de tu consciencia.
-¡No pienso irme! –el mestizo
me dedicó una sonrisa extenuada. Algo tiró de mí hacia atrás mientras vociferaba
el nombre de Jae con todas mis fuerzas. Los ojos de Hongbin reemplazaron los de
mi mejor amigo, agitados.
-Alice, has empezado a
gritar en sueños. Pensábamos que…
-¡Ken! ¡Está muy mal! ¡Una
tal… Hyuna lo tiene en una prisión abandonada! ¡Tenemos que ir a por él antes
de que lo maten! –gimoteé, aferrada a loa hombros del genio.
-¿Hyuna? –inquirió el
castaño.
-Sí, Hyuna. La Efreet del
fuego –explicó Taek Woon-. La causante de la muerte de las gemelas.
Oh Dios Mio! Hyuna? Vale.. al principio me ha hecho gracia el nombre xD. Pero... es una perroncia. Asco me da.
ResponderEliminarHongbin ha sufrido mucho ;__;. Pobrete, si es que en verdad es un trozo de pan. Sigo diciéndolo, supermega fan de él.
Me ha gustado mucho Andrea!!!!!!! :D
No no no no. Es decir, ¡¡Ken no puede morir!!
ResponderEliminarMe ha conmovido en demasía la historia de Hongbin, por eso se comportaba tan distante :'(
La pobre chica, la muerte de ella en su conciencia, debe ser duro por muy genio que sea.
Por lo visto Leo lo tiene más en consideración, vale que se lleven mal pero hay algo ahí como que ya no los separa tanto, que no hay el odio de antes, no sé ><
Y bueno: ¡¡Espero, no, exijo que Ken no muera!! ><
Como podrás comprobar me ha encantado y quiero el siguiente... y ¿por qué no? Un besito de los buenos, que ya toca jaajajaja entre tanto sufrimiento :S
DIOS MIO ME ENCANTAAA!!!!! no puedo dejar de leerla aun sabiendo q mañana tengo q trabajar y de ahi a estudiar que hermozoooo..... ojala algun dia esto pueda llegar a las salas de cine con los autenticos personajes seria hermozo..
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