Desde que tengo conocimiento, siempre he sido un monstruo en una jaula de
cristal. Quizás alguna vez fui humano. Quizás sentí algo más que dolor en el
pecho, nada en comparación a lo que aquel muñeco podía provocarme. Era un dolor
distinto, como si me faltara algo. Estaba incompleto. Tiempo hacía desde que
mis ojos se habían secado de lágrimas, y me sorprendí al comprobar que no me
volvía loco. Al menos, no tan loco como los demás seres con los que compartía
estancia, pero no prisión. Aún… aún recordaba mi nombre. Ken. Un nombre simple,
aunque con el paso del tiempo no estaba seguro si ese apodo era mi nombre real
o una etiqueta dada por la mujer rubia.
Una cosa sí tenía clara. En mi interior había un amor tan grande que me
sentía irremediablemente atraído hacia ella.
Pero sabía que estaba mal, y me odiaba por ello. ¿La vida realmente tenía
sentido?
***
El timbre sonó débilmente. Al cabo de un rato y viendo que nadie contestaba,
Hye Rin se vio tentada de volver a llamar. Cuando alzó la mano, la puerta se
abrió con un quejido y pasó al interior. Unos brazos la envolvieron, viendo únicamente
el pelo rubio de una mujer menuda.
-Hye Rin, pensé que nunca vendrías –dijo, mirándola. Algo en sus ojos era
peligroso, y no le gustaba-. Estaba a punto de irme ya. Alguien tiene que
ocuparse de mis mascotas…
Mascotas. Más bien seres extraños que no podían ser liberados. La rubia,
Kyung Hee, los tenía en el sótano como viles animales de laboratorio. Las dos
muchachas eran familia muy lejana, y pocas veces se habían tratado ya que ni
siquiera la familia de la más bajita la tenían en consideración.
-Recuerda que no es una visita familiar –dijo la pelirroja Hye Rin,
apartándose un poco-. Querías contratar a alguien y por eso he venido.
-Lo sé, querida –sonrió. No fue agradable-. Como te dije, te pagaré. Y muy
bien –se giró dándole la espalda. Fue pegando saltitos hasta la cocina, y de un
tarro sacó una llave-. Ésta abre la puertecita del sótano. Sígueme para que te
enseñe mis animalillos.
Hye Rin estaba empezando a odiar los diminutivos que su familiar expresaba
cada dos por tres. Bajaron las escaleras hasta una puerta de hierro puro. Kyung
Hee colocó la llave en la cerradura y empujó con fuerza. El interior,
hexagonal, era sombrío y olía a incienso. Seis celdas llenaban la estancia,
junto a seis cuerpos dentro de éstas. Llegamos a la mesita situada en el
centro, donde un muñeco permanecía inerte. Kyung Hee se sentó en la silla y
agarró el juguete con ambas manos.
-Dales de comer tres veces al día. Si se portan mal, simplemente no lo
hagas. O puedes… torturarlos –alzó un brazo del monigote y casi a la vez, los
seis seres lo imitaron. Hye Rin no se lo podía creer. Sabía que el voodoo
existía, sabía que aquellos individuos eran reales, y aun así, era todo tan…
irreal…
-¿Torturarlos? –musitó la pelirroja con un hilo de voz. Tenía la garganta
seca. La rubia recogió un clavo largo del suelo y golpeó con él el hombro y el
estómago del muñeco. Casi al instante, la habitación se llenó de gritos y
aullidos de dolor.
Horrorizada, Hye Rin interpuso la mano cuando Kyung Hee volvía a la carga.
-Es suficiente. Lo he entendido perfectamente –comentó. La rubia bajó la mano
con una risa maliciosa.
-A veces, cuando son malos hago las dos cosas –reveló-. Los dejo sin comer
y los torturo. ¡Es divertido!
La otra chica se la quedó mirando, espeluznada. ¿Cómo podía eso ser
divertido? Kyung Hee fue hasta la puerta.
-Me voy ya. Mi tía-abuela me estará esperando ansiosa –por como lo dijo, se
intuía que debía ser todo lo contrario-. Te doy un voto de confianza. Puedes
tratar de hablarles, pero la mayoría no contestarán. Los más peligrosos tienen
en los ojos unas marcas blancas y negras. Y, Hye Rin –se volvió-. Haz el favor
de no encariñarte con ellos. Me… decepcionarías mucho y tendría que tomar
medidas.
Se fue en silencio, dejándola allí plantada, de pie. Al principio no se
movió, paralizada por la tensión respirable en el lugar. Dada su curiosidad
extrema, decidió observar el interior de las celdas. Empezó por la primera a la
derecha, donde la figura casi humana de un chico yacía, semi-estirada. Estaba
rodeado por una caja de cristal sobre un podio alto. Le observó las uñas,
largas y níveas como su propia piel, perlada de cristales de cuarzo. Llevaba el
pelo negro, liso y le cubría un ojo. Cuando Hye Rin se apoyó en el cristal, la
criatura abrió los párpados y la miró. Reprimió una exclamación de sorpresa al
distinguir un iris en cruz negra sobre fondo blanco y se retiró un tanto.
-¿Quién eres? –habló con voz ronca-. ¿Nueva ama?
Tragó saliva antes de responder.
-Solo soy una substituta temporal. Me llamo Hye Rin. ¿Y tú?
El chico siguió escudriñándola como si no le importase lo que decía. Soltó
una risita macabra y se inclinó de rodillas.
-¿Sabes leer? Mira la chapa.
Desconcertada, bajó la vista siguiendo las indicaciones hasta descubrir un
letrero con el nombre de “Lee Hongbin”
en él.
-¿Te llamas Hongbin?
-Ssssssí –siseó-. Casi lo tenía olvidado… Ella suele llamarme mascotita… ¿lo soy? ¿No lo soy? ¿A quién le
importa? ¡HAHAHAHA! -La criatura se rio histéricamente durante un rato, y Hye
Rin comprendió que estaba medio ido-. ¿Te gusta torturar? A mí me gusta que lo
hagan… ¿O no? ¡HAHAHAHAHA!
-No te molestes en intentar sacarle algo –dijo alguien de la celda contigua-.
Hace tiempo que perdió el juicio. Sus sentimientos fueron reprimidos.
<<Supresión, la locura>>
-Te llamas… ¿Hyuk? –leyó, incrustado en uno de los barrotes. No había
cristales. El chico asintió; su cuerpo estaba cubierto por algo parecido a la
corteza de un árbol, justo como el que se encontraba tras él. Unas cuerdas le
pellizcaban la piel de los hombros, levantándosela. La chica procuró no mirar-.
¿Cómo habéis acabado aquí?
-No lo sé. Nadie lo sabe. Ninguno de nosotros lo sabe –fue subiendo la voz
conforme lo decía. Estaba atemorizado-. Pero seguro que un día, la mujer de
negro se cansará de nosotros. Nos matará. O nos hará sufrir hasta que muramos
por dentro. Sea como sea, esto no tendrá un buen final para nosotros. Puedo
sentirlo.
<<Hombre Árbol, la desesperanza>>
-Cállate –murmuró otro, de forma neutra-. No puedes saberlo.
Hye Rin se acercó al habitáculo. Arriba y abajo podían verse rastros de
cristales en punta, que quizás en un pasado había estado completo. Sentado en
un sofá, N permanecía con la mirada perdida, que poco a poco centró en la
muchacha.
-Puede que acabemos saliendo de aquí. Solo lo conseguiremos en un despiste
por parte de Kyung Hee. ¡O ahora, en tu caso! –Se puso en pie, corriendo con
las manos por delante hacia la pelirroja, que soltó un chillido y se desplazó
fuera de su alcance cuando se disponía a cogerla. Sin embargo, las cuerdas lo
frenaron y lanzó una maldición-. Nunca te despistes, o podría partirte ese
bonito cuello que tienes.
<<Sutura, la
inestabilidad>>
Con el corazón latiéndole con fuerza se alejó de allí. La siguiente celda
era contenía una verja metálica, y Leo, de espaldas, no hizo ningún movimiento.
Al igual que Hyuk, las cuerdas mordían su piel, aprisionándolo. Casi por
obligación, giró la cabeza. A Hye Rin le pareció tanto hermoso como peligroso,
y se le hizo un nudo en la garganta al ver cómo sus ojos destilaban un rencor y
un tormento inigualables.
-No suele hablar –dijo el de al lado-. Está sumido en el sufrimiento.
<<Piercing, odio y dolor>>
-¿Tú eres…?
-Ken. Creo que mi nombre es Ken.
-¿Tú también estás igual que los demás? –preguntó la pelirroja, desconfiada
a través del cristal. El castaño se encogió de hombros.
-No tengo ni idea. Puede aunque… no me siento así. No sé muy bien qué
siento realmente, pero no equivale al odio.
-No lo entiendo –confesó ella. Ken esbozó una sonrisa apenada.
-Si te sirve de algo, yo tampoco. Solo quiero salir de aquí y vivir mi vida…
si es que alguna vez he tenido alguna.
-Lo siento pero no… no puedo hacerlo. No sé si… qué pasaría si…
-No te preocupes. Sé que no puedes fiarte. Además –puso la mano en el
cristal, dejando ver los hilos alrededor de sus muñecas-. Un monstruo no sería
bien recibido por nadie.
<<Vago, el corazón no serenado>>
-¡No vayas! –Prorrumpió Ken cuando Hye Rin se alejó hasta la última celda-.
¡No!
El cristal estaba lleno de marcas matemáticas, ecuaciones, raíces cuadradas…
Una locura de símbolos. La criatura de dentro no se preocupaba por ocultar su
enojo y mostraba los dientes cual animal recluido que aparentaba. Tenía el
cuerpo lleno de tatuajes extraños y ambos ojos en cruz. El segundo más
peligroso, y pronto descubrió por qué.
Apenas leyó “Ravi”, éste se lanzó contra el vidrio que rechinó por los
continuos golpes. Hye Rin cayó al suelo de la sorpresa, y retrocedió hasta la
silla, acobardada.
-¡Deja que se calme! ¡No lo mires y aléjate! –decía Ken. ¿Por qué la
ayudaba? ¿No era de suponer que todos allí querían lo mismo? ¿Salir y acabar
con su carcelera?
<<Lo material, la
rabia>>
-¡La matará! ¡La matará si logra salir!~~~ –canturreaba Hongbin zarandeando
la cabeza, divertido-. ¡Esparcirá sus tripas por doquier! ¡Pintarán la habitación
de roooooosaaaaa!
-En todo caso, de carmesí. La sangre es roja, no rosa –apuntó Hyuk. N
asintió, ensimismado.
-¡Cerrad la boca todos! –exigió Ken. Hye Rin no pudo aguantarlo más. Se
hizo con la llave y corrió escaleras arriba, dejando atrás el portón abierto y
una jauría de seres gritando al mismo tiempo.
Dios...
ResponderEliminarNo sé qué comentarte, me he quedado sin palabras. Has captado a la perfección ese sadismo de Hongbin, la pasividad de Hyuk, el tormento de Ken... te aplaudo Andrea. Me ha encantado.
Por decirte algo para compensar... no sé quizás la facilidad con la que la otra ha dejado que la protagonista la sustituya. Supongo que tiene cámaras y esas cosas para vigilarla mientras no está (idea lol)
Resumiendo, amo este tipo de historias y has dado en el clavo de la gente a la que le gusta el gore, lo perverso y lo pertubador...
Como ya te he dicho por facebook, SABES QUE ADORO LA MANERA QUE ME COMENTAS, por que me dices lo que te gusta y demás, y lo que fallo etc etc. Lo de las camaras, me has descubierto la "sorpresa", quería añadirlo en el capitulo dos hahaha
ResponderEliminarMi madre me has dejo flipando osea no se que decirte a sido increíble
ResponderEliminarY has descrito a los seis perfectamente bueno a Ravi no se por que por el vixx tv parece un amor de chico xDD pero aun así lo has echo genial.
Me sabe mal que Ken se pueda enamorar de una tia loca que los tortura pero oye al corazón nadie lo puedo obligar a quien amar o odiar.
Sigue así Andrea por que este fic realmente promete mucho!!!
WEEEEEEEEEEEEEEEEEE~~ Otro comentarioooooo weeweweweweweeeee!!! Pero es que esto no es el VIXX TV, esto es como si fueran realmente los monstruos de VOODOO DOLL hehe, así que a Ravi lo plasmo como lo veo en el video hahaha
EliminarJAJAJAJAJAJAJAJAJA me gusta que te hayas basado en el mv. Y la descripción de cada uno.. LOL Hongbin amore meu, porqué está tan loco? xD Fan de Hyuk y lo tranquilo que es. Raveeeh, me imaginé su locura, de Leo su sufrimiento... De N no tengo nada que decir..y de Ken! Bueeeno! jajaja pobrete.. es el más "cuerdo" de todos.
ResponderEliminarSobre lo de que los llame mascotas... super cruel. Y la chica.. son familia? Pero.. la rubia es bruja o algo?xd No sé, es raro.