Las prácticas
trainee fueron mas duras de lo que había creído. Uno de los coreógrafos nos enseñó
pasos de baile que él mismo había creado para ésa ocasión. Y no habíamos parado
hasta que no dieron las cuatro de la tarde. Habíamos estado practicando desde
las seis y media de la mañana... cada día. Ya llevaba prácticamente tres
semanas en la compañía. No estaba acostumbrada a tantos trotes, y las agujetas
me sacudieron el cuerpo en calambres muy dolorosos.
Una de las chicas se acercó
a mí y me tendió una botella de un líquido extraño. La miré, agradecida y bebí
sin que mis labios tocaran el recipiente. La bebida, dulce, me atravesó la seca
garganta reparándola poco a poco. Cuando hacía ejercicio, no “sabía” respirar.
- Gracias –dije
ahogadamente. Tragué saliva. La chica recogió la botella de mis manos y la
cerró.
- No hay de qué
–contestó. Reconocí la voz casi de inmediato. Era la chica a la que habían
mandado buscar a mi manager… a nuestro manager-. Soy Kim So Ra –se presentó,
pero yo ya lo sabía.
- Park Hana.
- Lo sé –sonrió y se
sentó junto a mí-. Te vi el primer día que llegaste, y a principios del
entrenamiento. Siento no haberte hablado antes. Tenía la cabeza en otra parte.
“Ni que estuvieras
obligada, chica”…
- No te preocupes, no
pasa nada –farfullé y tosí. Ya me estaba cansando de toser. So Ra me miró,
preocupada.
- ¿Estás bien? Esa
tos no es buena. Acabarás con una irritación bastante grande si no te tomas
algo.
Asentí. Pero el
problema era… que no podía pagarme las medicinas. Tragué saliva entrecerrando
los ojos por la molestia que sentía. Recogí la poca dignidad interior que
conservaba y me levanté. Me puse bien el pantalón que se había arrugado de la
posición con las manos. Luego me volví a la chica.
- Gracias por lo de
antes –dije, refiriéndome a la dulce bebida. Recogí mi toalla del suelo y me la
enrosqué alrededor del cuello-. Me voy a duchar. ¿Nos vemos a la hora de cenar?
- Claro. Cuenta con
ello –respondió, con una leve inclinación de cabeza. Salí al exterior y el sol
abrasador me cegó momentáneamente. Pese a que el crepúsculo estaba próximo, la
luz era fuerte aún. Estuve tentada de echarme la toalla en la cara y jugármela
buscando las escaleras hacia mi improvisada habitación. Sin embargo, dos
figuras a lo lejos llamaron mi atención. Una de ellas gritó mi nombre y sacudió
algo que colgaba de su mano. Cuando Hyuk y Leo llegaron a mi altura, vi que el
primero tenía en las palmas un regimiento de helados, no solo uno.
- ¿Qué, Hyuk,
asaltando el supermercado a estas horas de la tarde? –bromeé. El maknae me devolvió
la sonrisa sincera y bajó los ojos. A raíz de nuestra charla en el tejado el
primer día, nos habíamos vuelto muy apegados el uno con el otro. Se podría
decir que poseíamos una “causa común”, algo que a ambos nos preocupaba y que
solo encontrábamos respuestas entre nosotros. Era lo más cercano a un amigo que
había tenido nunca. Y no exageraba.
-La comida ha sido
ligera, así que tenía un poco de hambre. Como aún no he cumplido los dieciocho,
Leo se ha ofrecido a acompañarme por si me pasaba algo –explicó, secamente. Se
sentía frustrado por tener una niñera encima, y no lo culpaba.
Miré al nombrado,
con cierto aire de incredulidad. Leo llevaba una sencilla camisa blanca medio
abierta remetida en unos pantalones vaqueros azul oscuro. Las zapatillas de
deporte blancas hacían juego con la parte de arriba, y el pelo revuelto y el
rostro sin una gota de maquillaje le daban un aspecto arrebatador.
En ese
momento, quitó el papel a un polo de limón, chupando de golpe más de la mitad
del helado. Desvié la mirada hacia mi amigo para no entrar en combustión
espontánea. Era una malpensada por tener una visión del cantante de esa manera.
Recé para que pensaran que mi rostro enrojecido había sido producto de mis
horas de entrenamiento. Carraspeé y me crucé de brazos.
- Veamos si lo he
entendido bien. Leo te ha acompañado por que alguien le ha dicho que
conseguiría algo a cambio, ¿verdad? ¿Quién ha sido? –inquirí.
- En realidad… N
quería convencerlo de que si me acompañaba, podría disponer de sala de canto
todo el día para él solo. Pero no le interesó demasiado. Entonces Ken saltó y
dijo que iría él porque quería comprarte algo a ti para que descansases un
rato. Y bueno, en ese momento Taek Woon se levantó y… -no logró terminar la
frase. Un brazo le rodeó el cuello y lo tiró hacia atrás, evitando que hablara
más de la cuenta. El brazo pertenecía a Leo, quien no miraba a nadie en
especial y seguía devorando lenta y silenciosamente el trozo de polo que le
quedaba sin soltar al maknae.
- ¡Suelta…! ¡Suelt…argggh! –rogaba Hyuk, riendo, tosiendo
y gruñendo al mismo tiempo. Clavó las uñas en el codo de su “agresor”, sin
éxito en la liberación. Pese a que me parecía una escena peculiar y
entretenida, decidí intervenir.
- Vamos, Leo. El
pobre no ha dicho nada malo… creo –ahora no estaba segura. En presencia del
hombre, todo pensamiento se iba al garete en un período de dos minutos-. Merece
vivir. No creo que quieras tener que buscar otro maknae para VIXX, ¿no?
Intenté que no me
temblara la voz, que salió extrañamente ronca. Coloqué una mano en el hombro
del vocal, en parte para hacer más firmes mis palabras y en parte porque no me
sentía segura en absoluto. Y menos cuando sus ojos castaños se cruzaron con los
míos, curiosos y escrutadores. Dos finas rendijas entrecerradas por el sol que
parecían ver a través de mí. Me estremecí entera y parpadeé buscando otro lugar
donde dirigir mis ojos.
Pero no duró mucho esa situación. Después de que él se
quedara mirando mi mano en su hombro y de dar un rápido vistazo a Hyuk, lo
soltó. Con rapidez me alejé de su cuerpo, aturdida. Estaba segura que se debía
al sol. El pobre SangHyuk se pasó una de las manos por la garganta y oí que
murmuraba algo sobre “Por poco no lo cuento…”.
- En fin –hablé, para
romper el silencio estridente producto de las chicharras de los árboles-. Ya he
acabado por hoy, y creo que el resto también. Si necesitáis la sala de baile,
es toda vuestra. Yo voy a darme una ducha –y tomé consciencia de lo que había
dicho. Estaba delante de ellos dos, con el pelo alborotado, la camisa beis
larga húmeda y arrugada y el cuerpo sudoroso. Ahora mismo mi imagen les debía
resultar algo desagradable. Ante esa posibilidad, mi estómago se hizo un nudo y
me alejé a pasos cortos pero rápidos, hasta que sentí una mano en mi antebrazo.
Al ladear la cabeza
y descubrir a Leo a pocos centímetros de mí, la sangre se acumuló en mi cara y
los latidos bajo mis costillas se hicieron dolorosamente sonoros. Tanto que
temí que pudieran oírse. Algo frío me rozó los dedos, que se cerraron entorno
al objeto. Me había pasado un helado.
Y por lo visto, yo no era la única
sorprendida por la actitud de Tae Woon. Unos metros detrás, Hyuk se encontraba
con la boca abierta y los ojos como platos, evidentemente estupefacto. El vocal
se retiró y sin saber cómo reaccionar, hice lo primero que pensé. Me incliné en
una reverencia de noventa grados.
- ¡Gracias!
–tartamudeé y me deslicé hasta mi habitación tan velozmente como pude.
¿Qué había sido eso?
Jajajaja ese momento de combustión espontánea ha acabado conmigo jajajajajajaj
ResponderEliminarEn serio, necesito acción ya -que ansiosa ¿no?- igual me encanta y espero que lo sigas. FIGHTING!!
Hahaahaha vale, ya tenía pensado poner un poco de acción en el proximo capítulo xDD No te preocupes! ^^ Me alegro que leas mis fics, me da motivacion! ^^
EliminarEspero que Sora sea buena con ella, porque leyendo me da la pinta de que es mala D:. Aunque es rara la sensación ya que ella la ayudó y aquí le da agua con azucar para las agujetas... Porque no se puede pagar las medicinas!? :'( Y si le duele la garganta... no es malo comer helado?xD
ResponderEliminarhahahaahah Bueno, lo de Sora aun no estoy pensando xD Y lo del helado... es que es muy bruta, así que... xDDD
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